viernes, 22 de enero de 2010

Winesburg, Ohio

Winesburg (OH) no existe. Al menos no con ese nombre. Lo más parecido que puedes encontrar en ese glorioso estado, el que vio nacer a Jason Molina o a Kim Deal, es Twinsburg. En este caso se trataría de un pueblo no muy grande que, mirado en un mapa, no parece estar lejos de Cleveland. Claro que, esto último, hay que tomarlo con todas las reservas del mundo. Desde que me enteré -y casi padecí- que desde San Francisco hasta Los Ángeles median 9 horas de distancia en coche, ya no me fío de los mapas estadounidenses. Centrándome en el tema que me interesa, concluir que Winesburg es la población que se inventó Sherwood Anderson para localizar los 22 relatos de los que se conforma su libro más conocido, titulado precisamente con el nombre de su invención.

Sobre Anderson se han escrito infinidad de cosas. Que si es “el escritor de la simplicidad y la sinceridad”, que representa “la máxima expresión de la corriente pastoril e intimista” que dominaba la literatura norteamericana de principios del siglo XX… Pero por encima de todo, su importancia radica en el hecho de ser un innovador del estilo literario y del relato, el genero favorito de los escritores norteamericanos y del cual soy ferviente seguidor y ávido lector. Situándose a caballo entre finales del XIX y principios del XX, el amigo Sherwood es responsable de unir dos mundos aparentemente antagónicos, el del naturalismo y el del modernismo.

Aunque “Winesburg, Ohio” formalmente es una recopilación de relatos, muchos críticos la han considerado como una auténtica novela. Y ciertamente lo es, ya que su composición oculta una continuidad temática clara. No se trata de una simple colección de historias aisladas, sino que forman un ciclo de relatos integrados que dan coherencia al conjunto de la obra. Cada uno de ellos supone el esbozo de un personaje que nos lleva a comprender más las circunstancias que rodean al pueblo, el verdadero protagonista. En este sentido, Sherwood Anderson dejó escrito en sus “Memorias” lo siguiente: “(…) las historias pertenecen a una unidad, (…) sentía que todas juntas hacían una novela, una historia completa”. Algo parecido podemos apreciar en otras obras clásicas de la literatura norteamericana como “Tortilla flat” de John Steinbeck o “Las palmeras salvajes” de William Faulkner. 

El libro no hace sino mostrar las frustraciones de los habitantes de una pequeña comunidad rural, incapaces de adaptarse a las nuevas formas de vida que trae el nuevo siglo. Son los efectos del crecimiento de la industria sobre la vida sencilla y natural. Y en este marco, el libro le da capital importancia a la pequeña revolución de la juventud frente al conformismo y la moralidad de sus padres y vecinos, casi todos ellos granjeros, artesanos o pequeños comerciantes. Con una mención muy especial para George Willard (¿alter ego del autor?), el joven reportero del periódico local que participa de la mayoría de los relatos y con cuya marcha se cierra “Winesburg, Ohio”.

Un libro triste pero muy bello. No me extraña la influencia que Sherwood Anderson tuvo sobre posteriores narradores. Muy especialmente en lo que respecta a los miembros de la gloriosa “generación perdida” que le consideran de forma unánime como su maestro. 

Para finalizar comentar que la edición en catalán del libro, al cargo de Viena Edicions,  presenta una acertadísima portada con un extracto de la magnífica pintura “Gótico Americano” de Grant Wood, de la que ya os hablé en algún momento.Y es que le viene que ni pintada, más allá de ser uno de mis cuadros predilectos de todos los tiempos.

1 comentario:

  1. Que pedazo de libro. Me ha encantado Sulo, mil gracias por la recomendación. La manera de narrar, de hacerte sentir dentro de cualquiera de los personajes del libro y sentirte identificado con los sueños y desventuras de sus protegonista lo mejor, pero lo detallado y la calidad de las descripciones de ese imaginario pueblo ya alrededores, sin desperdicio. Así pues, como buen experto del tipo de literatura que aprecio, que libro me recomiendas de esos dos que nombras aquí, el de Faulkner o el de Steinbeck. Estoy a punto de empezar con 'Short cuts' de Raymond Carver, que me lo dejó hace poco el mismo colega que me pasó el de Anderson, pero como aún no he empezado, me seduce la idea de engancharme a uno de estos u otra alternativa que me recomiendes.
    muchas gracias de nuevo y un abrazo.

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