miércoles, 27 de abril de 2011

Cuentos de lo extraño


Si compré este libro, una de mis dos únicas adquisiciones durante la pasada Feria del Libro de Valencia, fue por un artículo aparecido en El Cultural. En el se hablaba de Robert Aickman en términos muy elogiosos, calificándolo de escritor raro pero exquisito que dignifica un género, el de la literatura fantástica, considerado por demasiados como menor. No es mi caso, os lo aseguro y este blog así lo atestigua. Siempre me ha hecho gracia eso de calificar a la literatura de género, así en general, como literatura de poca calidad. Sobretodo porque, si por alguna de aquellas, algún autor especializado en el terror, lo fantástico, la novela de aventuras o lo extraño, cae en gracia a la crítica, su obra pasa a ser desclasificada como de género para ser simplemente literatura con mayúsculas.

En fin, que me acabo de leer los seis relatos que componen “Cuantos de lo extraño” y quería comentarlo. Lo primero que he de decir al respecto es que nunca un título estuvo mejor elegido y me explico. El autor o el editor o quien sea que tuviera dotes de mando y capacidad de imponer algo en este negocio, podría haber estado tentado en llamarlo “Cuentos de terror” o “Relatos fantásticos” o “Historias de miedo” o something like that ya me entendéis, pero no. Eligió el adjetivo “extraño” precisamente por ser el que mejor define lo que se nos cuenta. No es terror propiamente dicho, ya que aquí lo sobrenatural es una mera intuición, una sombra apenas esbozada, una fantasía, un presentimiento…no sé… pero al final todo está tamizado y maravillosamente ambientado sin salirse de los cauces de lo verosímil. Simplemente es raro y en muchas ocasiones chocante. Como bien señala el artículo de El Cultural mencionado al comienzo, lo extraño para Aickman es una categoría estética que modifica nuestra percepción de la realidad. Y ahí esta la clave, en ese discernimiento subjetivo que opera sobre el lector. Es por ello que en todo momento el autor prescinda de tramas truculentas o de los característicos escenarios lúgubres tan propios del género.

De los seis cuentos los que más me han gustado son el segundo y el último. “Los trenes” es la historia de dos muchachas inglesas que deciden pasar unas vacaciones en sintonía con la naturaleza. Para ello caminarán siguiendo el sentido de las vías del tren hasta que dan con una misteriosa casa en la que habitan unos personajes cuando menos peculiares. Aunque más desconcertante que tratar con los habitantes del caserón, es ver como los conductores de los trenes con los que se cruzan les saludan de acuerdo a extraños criterios. “En las entrañas del bosque”, relato con el que se cierra la compilación, está ambientado en un sanatorio sueco especializado en insomnes. Es posiblemente el más sobresaliente del libro y es en donde mejor se aprecia la fascinación de Aickman por lo incomprensible. Y es que el hombre tiene razón, no es necesario entenderlo todo.

Con todo y con eso os he de decir que por culpa de las altas expectativas depositadas en el libro, me he quedado un pelín decepcionado. Y es que los otros cuatro cuentos, sin llegar a ser malos, son bastante inferiores a estos dos. Bueno, siendo justos también he de salvar al primero titulado “El vinoso ponto”. Y no porque me haya parecido la polla, sino por la fantástica evocación de los mitos y las visiones marinas tan del gusto de Sir Lawrence Alma-Tadema, uno de mis pintores favoritos de siempre.

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