viernes, 30 de diciembre de 2011

Drive, de Nicolas Winding Refn


Una recomendación a tener muy en cuenta: no dejéis de ver “Drive” de Nicolas Winding Refn. Es una auténtica maravilla de esas que a uno le alegran el día, la semana y hasta el mes, aún cuando sean tan aciagos como los que a mí me están tocando vivir. “Drive” es cine negro del bueno, del que bebe de las mejores fuentes y es capaz de adaptarse a los nuevos tiempos. Es una película enamorada tanto del cinema noir como de la violencia ultramoderna, sin embargo y aunque parezca una contradicción con lo que acabo de decir, “Drive” no dedica demasiado tiempo a las hostias y a la sangre, pero lo poco que sale en pantalla es intensísimo y perturbador. Como toda ella en su conjunto, con sus planos largos, con los silencios de sus personajes… Elegante, fría, rara como ella sola, amarguísima y lírica -¡pero mucho mucho!- eso es “Drive”, el thriller del año sin duda. Una obra hechizante al cargo de este semi-desconocido director danés al que he dedicado dos entradas seguidas más que merecidas.

Una entrada para él solo merecería el personaje de “el chico”, ese driver fantásticamente interpretado por Ryan Gosling. Un winner-loser -cuando veáis la peli lo entenderéis- con un perfil nihilista y de signo trágico que, como bien indica el crítico cinematográfico de “La Vanguardia”, nos remite al personaje de Alain Delon en la obra maestra de Jean Pierre Melville “El silencio de un hombre”. Poca broma. Sin embargo no os hablaré de ello, es mejor que lo descubráis por vosotros mismos. Sí que me detendré en la banda sonora del film. Quiero hacer hincapié en ello porque, aún siendo poco lo que he visto de Winding Refn, tengo la impresión de que es algo de lo que se preocupa muchísimo. Por lo que a “Drive” respecta el mérito es enorme y es que no se puede elegir una música más lamentable e integrarla de mejor manera en una trama. Mayormente compuesta y recopilada por Cliff Martínez, ex baterista de los Red Hot Chili Peppers y Captain Beefheart, presenta una serie de cortes de música electrónica, ambient y/o synth pop, con una estética retro ochentas que en ocasiones nos recuerda a la EBM alemana y en otras a la electrónica francesa. Lo dicho, una música bastante deficiente pero que le va como anillo al dedo a esta película.

Alabado sea Nicolas Winding Refn por hacernos disfrutar de esa manera.    

domingo, 25 de diciembre de 2011

Me llamo Charlie Bronson


Existen al menos dos Charles Bronson que hayan alcanzado fama internacional en el desempeño de sus profesiones. Si bien ninguno de ellos llegó a tener algo parecido a una profesión y ni siquiera su nombre real es ese. El más conocido se supone que actuaba o más bien se ponía ante las cámaras para que alguien rodara su inexpresividad. Fue bautizado con el nombre de Charles Dennis Buchinski y era un estadounidense de origen lituano. Seguro que le conoceréis de alguna mala tarde cara la caja tonta. Interpretaba habitualmente papeles de tipo duro en peliculillas como “Mr. Majestyk”, “El justiciero de la ciudad” o “Nevada Express” por poner tres funestos ejemplos. El segundo Charles Bronson se llama realmente Michael Peterson y está considerado aún hoy día como el hombre más peligroso del Reino Unido. Por su carácter extremadamente violento, cumple condena en un módulo de aislamiento, sin contacto con otros presos, en el penal de máxima seguridad de Wakefield. Pues bien, mira tú por donde que hay una película sobre la vida y milagros de este figura, que encima está dirigida por Nicolas Winding Refn. El treintañero de origen danés que ya me llamó la atención gracias al extraño film épico “Valhalla Rising” y que obtuvo la pasada Palma de Oro de Cannes como mejor director por “Drive”. Por eso la vi y la verdad es que me gustó bastante.    

“Bronson” the movie, narra la verdadera historia de este salvaje ex boxeador que lleva la friolera de 36 años en prisión. He visto por la red de redes que algún crítico la ha definido como "la naranja mecánica del siglo XXI" y vale, tampoco es para tanto. Si bien, como he dejado entrever, me parece una cinta más que decente y bastante interesante por lo que se cuenta y por como se nos cuenta. Y es que al igual que ocurría con “Valhalla Rising”, en lo visual es potentísima. Pero a diferencia de aquella, “Bronson” se decanta por una estética parecida a esa con la que ha hecho fortuna el ex de Madonna, Guy Ritchie, en films como “Snatch, cerdos y diamantes”, “RocknRolla” y demás. Así pues “Bronson” viene a ser un largo videoclip con un montaje pretencioso, pero impactante. Muy logrado, vaya. Además entronca con la larga tradición de biopics fílmicos sobre outsiders provenientes de la pérfida Albión (los hay sobre John McVicar, Buster Edwards, Martin "el General" Cahill...). Con todo, lo que más me ha gustado es el empleo de la música. Perfectamente integrada en las diferentes escenas pero sin abusar de ella. Tocando la fibra en lo emocional y eso a pesar de la variedad. ¡Y es que suenan desde Leo Delibes o Verdi hasta los Pet Shop Boys!  
Nacido en Gales, en 1952, la peripecia vital de este Bronson comienza con un robo a mano armada que le llevaría a prisión con una condena de siete años. Pero los sangrientos incidentes que fue provocando por las diferentes prisiones que le tocó visitar, tuvieron como consecuencia un notable incremento en su periodo de reclusión. En una ocasión tomó como rehenes a dos presos iraquíes a los que obligó a que le llamaran general. Después amenazó con comerse a uno de ellos si no se cumplían sus peticiones: un helicóptero para volar a Cuba, dos metralletas Uzi, cinco mil recambios de munición y un hacha. Sin embargo el angelito y con motivo del estreno de la película en 2009, se justificaba del siguiente modo: “La gente verá lo que fui en un tiempo: un hombre atrapado en un malvado y corrupto sistema penal. No saco pecho. Fui realmente horrible, violento, malo. No estoy orgulloso de ello, pero tampoco me avergüenzo, porque por cada golpe que he dado he recibido veintiuno”. En fin, que no me corresponde a mí juzgar al amigo Bronson, pero echarle un ojo a la peli a ver que os parece.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Feliz Navidad... ¿feliz?


Un Recuerdo

”¡Ay, cómo el llanto de mis ojos quema!...
¡Cuál mi mejilla abrasa!...
¡Cómo el rudo penar que me envenena
mi corazón traspasa!

Cómo siento el pesar del alma mía
al empuje violento
del dulce y triste recordar de un día
que pasó como el viento.

Cuán presentes están en mi memoria
un nombre y un suspiro...
Página extraña de mi larga historia,
de un bien con que deliro.

Yo escuchaba tina voz llena de encanto,
melodía sin nombre,
que iba risueña a recoger mi llanto...
¡Era la voz de un hombre!

Sombra fugaz que se acercó liviana
vertiendo sus amores,
y que posó sobre mi sien temprana
mil cariñosas flores.

Acarició mi frente que se hundía
entre acerbos pesares;
y lleno de dulzura y de armonía
díjome sus cantares.

Y ¡ay!, eran dulces cual sonora lira,
que vibrando se siente
en lejana enramada, adonde expira
su gemido doliente.

Yo percibí su divinal ternura
penetrar en el alma,
disipando la tétrica amargura
que robara mi calma.

Y la ardiente pasión sustituyendo
a una fría memoria,
sentí con fuerza el corazón latiendo
por una nueva gloria.

Dicha sin fin, que se acercó temprana
con extraños placeres,
como el bello fulgor de una mañana
que sueñan las mujeres.

Rosa que nace al saludar el día,
y a la tarde se muere,
retrato de un placer y una agonía
que al corazón se adhiere.

Imagen fiel de esa esperanza vana
que en nada se convierte;
que dice el hombre en su ilusión mañana,
y mañana es la muerte.

Y así pasó: Mi frente adormecida
volvióse luego roja;
y trocóse el albor de mi alegría,
flor que, seca, se arroja

Calló la voz de melodía tanta
y la dicha durmió;
y al nuevo resplandor que se levanta
lo pasado murió.

Hoy sólo el llanto a mis dolores queda,
sueños de amor de corazón, dormid:
¡Dicha sin fin que a mi existir se niegan
gloria y placer y venturanza huid!...”
Rosalía de Castro (1837-1885)
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...sí, sí, la de los antiguos billetes de 500 calas. 

miércoles, 21 de diciembre de 2011

El mapa siempre es más importante que el territorio


“El mapa y el territorio” es el último gran libro del siempre polémico Michel Houellebecq. Un libro que ha sido galardonado con el Premio Goncourt de novela 2010, el más importante concedido en las letras francesas a una novela, y ello a pesar del gran volumen de críticas vertidas sobre el mismo -…que si Houellebecq se repite a si mismo… que si ha perdido pulso y mordacidad… que si ha plagiado a la wikipedia… ¡bahh! ¡¡¡paparruchas!!!-. Y es que lo mismo me da que me da lo mismo. A mí la novela me ha parecido sencillamente magistral.  
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Y es que en ella el escritor francés ha abordado diferentes temas, a cada cual más interesante, como son el éxito, el amor, el sexo, la felicidad, los sueños, las relaciones paterno-filiales, la muerte, el trabajo, el dinero y el crimen. Pero sobretodo el principal asunto tratado por esta novela “decididamente clásica y abiertamente moderna” según la crítica especializada, es el siempre criticable y hasta hostiable mundillo del arte contemporáneo. 
“Consagró su vida (al menos su vida profesional, que bastante pronto se confundiría con el conjunto de su vida) al arte, a la producción de representaciones del mundo en las cuales la gente, sin embargo, no debería vivir en absoluto. Por ello podía producir representaciones críticas, críticas en cierta medida, porque el movimiento general del arte, así como de toda la sociedad, se inclinaba en los años de juventud de Jed hacia una aceptación del mundo, a veces entusiasta, más a menudo matizada de ironía.”
Con todo, pese a que toca todos esos palos -unos más que otros y algunos con más mala baba que los demás-, “El mapa y el territorio” tan solo incluye una única revelación a modo de conclusión final: y es que todo acabará irremediablemente ¡con la aniquilación generalizada de la especie humana! Ahí va aixoooooooooooooò… 
“La obra que ocupó los últimos años de la vida de Jed Martin puede, pues, considerarse -es la interpretación más inmediata- una meditación nostálgica sobre el fin de la era industrial europea, y más en general sobre el carácter perecedero y transitorio de toda industria humana. Esta interpretación es, sin embargo, insuficiente para explicar el malestar que nos invade al ver esas patéticas figuritas parecidas a las del Playmobil, perdidas en medio de una ciudad futurista abstracta e inmensa que a su vez se desmorona y se disocia y a continuación parece desperdigarse poco a poco en la inmensidad vegetal que se extiende hasta el infinito. De ahí ese sentimiento de desolación que se apodera de nosotros a medida que las representaciones de los seres humanos que habían acompañado a Jed Martin en el curso de su vida terrenal se desmigajan bajo el efecto de las intemperies y luego se descomponen y se deshacen en jirones, y que en los últimos vídeos parecen simbolizar la aniquilación generalizada de la especie humana. Se hunden, por un instante parece que se debaten hasta que las asfixian las capas superpuestas de las plantas. Después todo se calma, sólo quedan hierbas agitadas por el viento. El triunfo de la vegetación es absoluto.”
Con estas premisas, el autor de “Ampliación del campo de batalla” y “Las partículas elementales” nos contará la historia de Jed Martin, fotógrafo, pintor y artista visual que alcanzará el éxito mundial gracias a sus obras, si bien éste le llegará casi por casualidad y desde luego sin buscarlo. Asistimos a la vida de Jed desde sus primeros días, en una trayectoria que seguirá una senda directa hacia el descalabro. Sus creaciones iniciales no serán más que frías representaciones de herramientas que invaden todo el espacio fotográfico. Representaciones estáticas que nadan contracorriente y dicen mucho de la personalidad de su autor. Posteriormente y siguiendo esa línea, la obra de Jed Martin se centrará en fotografiar los atlas de carreteras de la Michelin. Sacará instantáneas de planos y los manipulará para crear un efecto y es que, el mapa siempre es más importante que el territorio (¡uff!). Gracias a la exposición que de estas obras realizará la empresa Michelin, Jed comenzará a hacerse un nombre dentro del mundo del arte. Aunque nada que ver con lo que acontecerá diez años después cuando exponga su serie de pinturas sobre oficios y retratos de personalidades de todos los sectores captados en el ejercicio de su profesión. Ahí entrará directamente en la élite. Sin embargo, durante sus últimas décadas de vida, se recluirá en un hermoso caserón propiedad de su familia apartándose del mundanal ruido. Durante ese tiempo la obra de Martin derivará hacia la creación de videogramas que reproducen la vida orgánica del bosque, objetos industriales o la degradación de las fotografías de seres amados. Una obra cuya significación queda expuesta claramente en el demoledor párrafo que transcribí con anterioridad.
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Mención aparte merece la tercera parte del libro en la cual el propio Houellebecq se convertirá en protagonista involuntario de una turbia historia criminal. Una especie de thriller burlesco resuelto por el propio Jed Martin en estrecha colaboración con el comisario Jasselin…
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…y la bella Olga Sheremoyova… el amouuuuur
“- ¿Sabe usted?… -dijo al cabo-. Olga. Le amaba.Jed se encogió levemente en la silla.- Quiero decir… -continuó Beigbeder-. Le amaba de verdad. -Se calló, le miró moviendo la cabeza con incredulidad-. Y usted la ha dejado volver a Rusia… Y nunca más le ha dado señales de vida… El amor… El amor es raro. ¿No lo sabía? ¿No se lo habían dicho nunca? Le hablo de esto, a pesar de que evidentemente no es de mi incumbencia –prosiguió-, porque ella pronto va a volver a Francia. Tengo todavía amigos en la televisión y sé que Michelin va a crear una nueva cadena en la TNT, Michelin TV, centrada en la gastronomía, la tierra, el patrimonio, los paisajes franceses, etc. La va a dirigir Olga. Bueno, sobre el papel el director general será Jean Pierre Pernaut, pero en la práctica será ella la que tendrá toda la autoridad sobre los programas. Ya ve… -concluyó, con un tono que indicaba claramente que la entrevista había terminado-, usted ha venido a pedirme un pequeño favor y yo le hago uno grande.Lanzó una mirada acerada a Jed, que se levantaba para irse.-  A no ser que lo más importante para usted sea la exposición… -Movió de nuevo la cabeza y añadió con disgusto, rezongando con una voz casi inaudible-: Putos artistas…”
…¡y los putos artistas!.
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Lo dicho, una pasada de libro. 

martes, 13 de diciembre de 2011

Llamadnos diyéis... si queréis


Participo en questa movida el próximo viernes a la noche en el Swan Club de Benimaclet (C/ Juan Giner, 15 – Valencia). Va a ser mi debut a los platos, si bien no sé si es exactamente un debut porque antecedentes haberlos haylos, aunque no merezca la pena contarlos. El caso es que no sé como caralho hemos engañado a la peña del Swan para que nos dejen pinchar allí, pero bueno, sea como fuere por allí andaremos desde las 23:30 hasta las 04:00 in the morning. 

¿Y qué cosas van a sonar? Pues será sorpresa, así los que vengan podrán pasar una divertida velada intentando descubrir de quien es cada corte de los pinchados. Tan sólo os daré una pistilla y es que, por lo que a mí respecta, la diyéi session incluirá mucho rock’n’roul, algo de garage y guitarreo guarro de todo tipo y condición. Eso sí, ni indie ni polladas del estilo. Y como diría mi broda’ el culé Sorianou, nada en español, ¡la lengua de Cervantes is overrated

Así que ya lo sabéis, si me queréis venirsen… 
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PD. Ilustrando la entrada tenéis el cartel oficial realizado por el maestro, amigo y bizniz partner para la ocasión Luismilín Romero, mientras que la mamarrachada de abajo, justo sobre estas líneas, es el cartel censurado (je je je). Por cierto que, si durante la sesión suena algo de indie le echáis las culpas a d’él.    

domingo, 11 de diciembre de 2011

Miedo y asco en el Bernabéu


Ahí van mis claves del Clásico disputado ayer. Se trata de una reflexión en caliente, que es como hay que hacerlas, y a lo gonzo bonzo que es como no hay que hacerlo:

Primera. Una mierda para José Mourinho. Y bien gorda. Y es que no se puede leer peor un partido. Y no lo digo por el planteamiento inicial que, aunque se pueda discutir, podría haber resultado hasta bien, con esa presión tan arriba con la que asfixió a los defensas del Barça durante el primer cuarto de hora. Me refiero a la bajada de pantalones de la segunda parte, algo inexplicable y absolutamente inaceptable. Y es que la guerra rápida planteada por el técnico portugués tan sólo duró cuarenta y cinco minutos (aunque realmente ni eso). En el segundo periodo Mourinho ordenó a sus jugadores replegarse, presionar más atrás y dejar a los delanteros totalmente descolgados, lo cual hizo crecer y creer a un Barcelona que, con tantas facilidades, superó en todo y le dio un baile al Real Madrid. Encima está lo del Pipa, a lo que luego me referiré, y lo de que jugara Coentrao y no Arbeloa. ‘amos, no me jodas Mou!!! Si hay un partido en el cual Alvarito ha de ser titular es este. ¡Coño!, visto lo visto ¡por Decreto-Ley!

Segunda. Un Marcelo totalmente desubicado, posiblemente abrumado por la desproporción de las críticas recibidas en los últimos tiempos al cargo de los plumillas filoculés. La siempre servil prensa deportiva criminalizó al buen lateral brasileño que ayer salió acojonado al terreno de juego. Posiblemente esté bastante afectado tras ver como desde Cataluña se pedía su repatriación por la cruzada de cables durante el último minuto de la final de la Supercopa y que a otros mejor relacionados con el mundo de la prensa, como al del “mucho morro”, no sólo se saliera de rositas sino que, encima, se le rían las gracias. Lo cierto es que por hache o por be a Marcelito le vino grande el partido. Asustado desde el minuto uno por el que dirán, porque en cada una de sus acciones se le mire con lupa, el brasileño perdió la animosidad habitual y se mostró tremendamente agarrotado. No es este un asunto baladí. Marcelo tiene una influencia en el juego del actual Real Madrid mucho mayor de la que en ocasiones se le reconoce.

Tercera. Como diría un argentino Xabi Alonso es un pechofrío prototípico. Es un gran jugador y su papel como cerebro madridista es fundamental, pero es que el tío no acaba de entrar en las refriegas. Lejos de ser un mariscal de campo, el tolosarra acaba por ser un buenrollero sin agallas que elude los encontronazos. Entenderme, no es que esté propugnando un fútbol violento, pero esta claro que hay días en los que hay que arremangarse e ir a la guerra y eso Xabi no lo sabe hacer. Otro día, si quiere, que se vaya a tomar angulas con su amigo Puyi, pero no el día del Clásico… ¡y encima en tu casa joer!

Cuarta. Cristiano Ronaldo ni está ni se le espera. Superado por la ansiedad que le supone la constante comparación con Messi, el portugués no aparece en los enfrentamientos contra los blaugranas. Ni ataca ni defiende, lo cual supone un handicap brutal para su equipo que juega todo el encuentro con un jugador menos (ayer con dos menos contando a Özil). Anoche falló dos goles cantados que, a buen seguro, hubieran cambiado el devenir del encuentro. Nuevamente se mostró incapaz de superar ese preocupante complejo de Salieri que le atenaza. Y encima el público comienza a hartarse de su actitud, o más bien de su falta de actitud, con el consabido run run que tanto daño le hace cualquier equipo. Bien haría Mourinho en sentarlo en el banquillo en los enfrentamientos contra el Barcelona.

Quinta. El affaire Pipita. No sé que coño tiene que hacer Gonzalo Higuaín para ser titular en este Real Madrid. Benzema es un buen jugador, técnicamente incluso mejor que el franco-argentino, pero el Pipa es sencillamente más jugador. Que cojones, ¡es mejor y punto! Y tiene mucha más influencia en un equipo del cual es uno de los capitanes. Con tan sólo veinticuatro años tiene más pelotas que la mayoría de sus compañeros, algo fundamental en estos partidos en los que no se puede ganar sin revolcarse por el fango. Encima con él sobre el terreno de juego se resolvería el asunto de la falta de jerarquía, aquello de la defensa del escudo, el sacar la cara por el equipo y el mostrar orgullo por la camiseta blanca. Que sí, que sí, que será todo muy demagógico, que son todo tópicos y lugares comunes, pero es que es la puta verdad. Esa responsabilidad, ese orgullo madridista, se ha perdido y de los titulares de ayer tan sólo el capitán Casillas es capaz de asumirlo. Pero claro, el bueno de Iker se podrá cabrear como una mona todo lo que quiera y más, pero no deja de ser el portero, así que su influencia sobre los compañeros queda totalmente amortiguada por su retrasada posición en el campo. Otro que podía asumir eso es el bueno de Xabi Alonso, pero como he dicho antes el vasco lo elude por ese buenismo intrínseco y esas poses de Lord inglés que le caracterizan.

Sexta. ¿Y Mesut Özil que? Pues como diría Paco Lobatón, “¿’ande andará Özil?”. Y mira que es bueno el ‘joputa, pero hay que asumir que este no va a ser su año, que se le va a hacer.        

Séptima. …¡ah! y que no se me olvide, me falta hablar de Messidona y del complejo (asumido por todos ayer) de JotaCé. Estamos ante el mejor pelotero del mundo sin duda. El jugador más influyente que he visto en mi vida. Pero es alucinante el acongojamiento generalizado que genera la estampa del argentino cuando coge la pelota y encara a sus rivales (especialmente a los del Madrid). Que es muy bueno coño ¡pero no es Dios! Nadie lo encima como si tuvieran miedo de estropear la nueva obra maestra del vigente Balón de Oro. Como si los del Estudio Estadio les fueran a pedir cuentas por joderles el reportaje – panegírico messiánico de todos los domingos por la noche. El tipo se va de tres y nadie es capaz de hacerle una puta falta táctica. Y no me vale eso de que no llegan, ¡no me jodas!, ¡que no se atreven coño! Se vio claro en el primer gol del Barça ayer. Todos mirándole, nadie se arrima, ni siquiera se atreven a rozarlo, prefieren asumir un gol en contra que una mísera tarjeta amarilla. Yo no lo entiendo, la verdad. Eso por no hablar de que hasta los árbitros han asumido aquello de que el amigo Leo cuando se tira un pedo huele a flores… o parafraseando a Guardiola que el argentino mea colonia: ¿Segunda amarilla a Leo por cortar el juego en el medio campo? Pues hombre no me voy a rebajar al nivel de plañidera barcelonista, tan acostumbrados ellos a ver robos en todas las jugadas, ¿pero acaso alguien duda que de no tratarse del sacrosanto Leo Messi, esa jugada hubiese acabado con una tarjeta para el "hacedor" de la falta? Esta claro que los jueces en la tierra no tienen competencia para juzgar las acciones del todopoderoso. Los contertulios de Intereconomía nos lo recuerdan a diario. El conseller Cotino también. [Hablando de consellers y saliéndome del análisis del puto Clásico, mañana comienza el juicio a Paco Camps y el mero hecho de ver al hidrópata sentado en el banquillo de los acusados me llena de gozo. Algo es algo.]
Nota final. Y sí, e vero, el Barça fue mejor. Muchísimo mejor. Entre otras cosas porque el Madrid, que tenía todo en su mano para darle un golpe de efecto casi definitivo a la Liga, renunció a ser mejor. Se comportó como un equipillo acomplejado y abochornó a sus aficionados, lo cual, en definitiva, es lo peor de todo. Porque tan sólo es un partido y tan sólo son tres puntos, pero las sensaciones fueron lamentables. Como dijo un día el notas del Laporta “que n’aprenguin!!!”. A ver si es verdad. ¡Que en el "Bar de Mou" la gente se está yendo sin pagar!         

sábado, 10 de diciembre de 2011

Disco las Palmeras! son unos cabrones


De esta guisa se presenta ante nosotros este trío lucense cuyo nombre, aunque lo parezca, no rinde homenaje a la mítica discoteca – antro del Camp del Túria. Les conocía desde hace relativamente poco y gracias a los videos musicales que la banda tiene colgados en Youtube, con una mención muy especial para “A los indecisos”, gran canción y mejor video. Es por ello que cuando un amigo me propuso el ir a verles no me lo pensé dos veces.
La propuesta Disco las Palmeras! no es original pero si es bastante novedosa dentro del panorama musical patrio. Viene a ser una mezcla de noise, algo de psicodelia y mucho de shoegaze, con una influencia más que reconocible de gentes como My Bloody Valentine,  The Jesus And Mary Chain o hasta los Cocteau Twins. Sin embargo lo que no me esperaba fue su potente directo, con un sonido apabullante por momentos, cumpliendo con el objetivo que ellos mismos se han marcado con su música y que han expresado en alguna entrevista, de conseguir una explosión nuclear prolongada y afinada”. Las guitarras con retroalimentación y/o modificadas –no usan bajo-, ruidosas y a la vez melódicas, plagadas de pedales de efectos, junto al ambiente espacial, oscuro y apocalíptico, realzado por unas letras entre sombrías y estrambóticas, definen a este grupo de Sarriá a quienes auguramos –ojalá- un brillante futuro.

Aquí podéis escuchar y descargar su primer trabajo “Nihil Obstat” editado en este agonizante año 2011. No creo que decepcione a seguidores de otras bandas surgidas de la interesantísima escena gallega como Triángulo de Amor Bizarro o Noise Project.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Claus y Lucas


El pasado mes de julio, en la ciudad suiza de Neuchatel, falleció la escritora húngara Agota Kristof a los 75 años. Allí marchó junto a su marido e hija cuando la Revolución húngara de 1956 fue aplastada por las tropas del Pacto de Varsovia. Tras cinco años de exilio y soledad trabajando en una fábrica, dejó su trabajo, se separó de su marido, empezó a estudiar francés y comenzó a escribir novelas en ese idioma. Sin embargo su legado literario no es demasiado amplio. La obra de Kristof se agota en un par de obras teatrales, la trilogía de la que a continuación os voy a hablar, una novela posterior titulada “Ayer”, un relato autobiográfico llamado “La analfabeta” y una última colección de cuentos editada en Francia. Eso sí, entre ellas se encuentran tres novelas de gran éxito internacional que confirmaron la reputación de Agota Kristof como uno de los exponentes más provocadores de la narrativa europea. Estas novelas, a las que Kristof se refería como “La trilogía”, son “El gran cuaderno”, “La prueba” y “La tercera mentira” y vienen a ser la historia de dos hermanos gemelos, Claus y Lucas, condicionados por un vínculo agonizante, que se convierte también en una alegoría de las fuerzas que han separado a Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Como bien comentaba mi colega Lau, en el hoy tristemente inactivo Blues Mund, hay que leerse esta trilogía sabiendo que en principio no era tal. Teniendo en cuenta que los protagonistas son dos niños hermanos gemelos, la confusión causada por la guerra y la posguerra en esas personitas en formación, la complejidad de las almas que se forjan en estas circunstancias bélicas, el clima despiadado que obliga a quien haya de sobrevivir a asumir y mezclarse con la más perversa realidad. Agota Kristof nos expone la capacidad de adaptación de esos niños con la contundencia más absoluta, utilizando un estilo sin concesiones que convierte esta trilogía en una mirada al mundo con ojos y palabras de niño malo.

“La abuela es la madre de nuestra madre. Antes de venir a vivir a su casa no sabíamos que nuestra madre todavía tenía madre.
Nosotros la llamamos abuela.
La gente la llama la Bruja.
Ella nos llama hijos de perra.”
 “El gran cuaderno” es la primera parte de la saga y en ella se nos cuenta como Claus y Lucas llegan a la ciudad de K. junto a su madre, que los lleva allí para dejarlos al cuidado de su abuela, una mujer analfabeta y cruel que no los quiere y a la que no quieren. Lejos de rendirse ante esta amenaza los gemelos aprenden las leyes de la vida, de la escritura y de la crueldad, aplicándose a diario y anotando en un gran cuaderno sus progresos. Inocentemente despiadados, la crueldad de los muchachos no tiene más límite que su propia supervivencia.

“La abuela nos dice:
— ¡Hijos de perra!
La gente nos dice:
— ¡Hijos de bruja! ¡Hijos de puta!
Otros nos dicen:
— ¡Imbéciles! ¡Golfos! ¡Mocosos! ¡Burros! ¡Marranos! ¡Puercos! ¡Gamberros! ¡Sinvergüenzas! ¡Pequeños granujas! ¡Delincuentes! ¡Criminales!
Cuando oímos esas palabras se nos pone la cara roja, nos zumban los oídos, nos escuecen los ojos y nos tiemblan las rodillas.
No queremos ponernos rojos, ni temblar. Queremos acostumbrarnos a los insultos y a las palabras que hieren.
Nos instalamos en la mesa de la cocina, uno frente al otro, y mirándonos a los ojos, nos decimos palabras cada vez más y más atroces.
Uno:
— ¡Cabrón! ¡Tontolculo!
El otro:
— ¡Maricón! ¡Hijoputa!
Y continuamos así hasta que las palabras ya no nos entran en el cerebro, ni nos entran siquiera en las orejas.
De ese modo nos ejercitamos una media hora al día más o menos, y después vamos a pasear por las calles.
Nos las arreglamos para que la gente nos insulte y constatamos que al fin hemos conseguido permanecer indiferentes.
Pero están también las palabras antiguas.
Nuestra madre nos decía:
— ¡Queridos míos! ¡Mis amorcitos! ¡Mi vida! ¡Mis pequeñines adorados!
Cuando nos acordamos de esas palabras, los ojos se nos llenan de lágrimas.
Esas palabras las tenemos que olvidar, porque ahora ya nadie nos dice palabras semejantes, y porque el recuerdo que tenemos es una carga demasiado pesada para soportarla.
Entonces volvemos a empezar nuestro ejercicio de otra manera.
Decimos:
— ¡Queridos míos! ¡Mis amorcitos! Yo os quiero... No os abandonaré nunca... Sólo os querré a vosotros... Siempre... Sois toda mi vida...
A fuerza de repetirlas, las palabras van perdiendo poco a poco su significado, y el dolor que llevan consigo se atenúa.”
En “La prueba” los gemelos se separan. Claus cruza la frontera y Lucas se queda en un país alejado de la guerra pero dominado por un régimen autoritario. Sólo y privado de una parte de si mismo, Lucas, el que permanece en casa de la abuela, quiere consagrarse a hacer el bien. Asistimos así a su proceso de maduración, a sus primeras y tortuosas relaciones.

“Le pregunto:
—¿Dónde está Lucas?
Dice ella:
—Está aquí, en el hospital. Está herido.
Digo:
—Quiero verle.
Dice:
—Está inconsciente.
—¿Qué quiere decir esto?
—Que de momento no puede hablar.
—¿Está muerto?
—No, pero tiene que descansar.
—¿Y mi madre?
—Tu madre está bien. Pero a ella tampoco la puedes ver.
—¿Por qué? ¿También está herida?
—No, duerme.
—¿Y mi padre? ¿También duerme?
—Sí, tu padre también duerme.
Me acaricia el cabello.
Le pregunto:
—¿Por qué duermen todos menos yo?
Dice:
—Es así. A veces ocurren estas cosas. Toda una familia se pone a dormir y el que no duerme se queda solo.”
Pero en este punto también conoceremos a un Lucas recio y seco, endurecido por el entorno y sus propias circunstancias personales.

“El niño duerme en el regazo de su madre. La madre mira a Lucas
–He querido ahogarlo. No he podido.
Lucas pregunta:
– ¿Quieres que lo haga yo?
– ¿Podrías?
–He ahogado ratas, gatos, cachorros…
–Un niño no es lo mismo
– ¿Quieres que lo ahogue o no?”
Al final de esta entrega su hermano Claus vuelve a la ciudad en su busca, pero será expulsado por las autoridades debido a dudosas cuestiones burocráticas por lo que será llevado a la cárcel en espera de una inmediata expulsión. Ésta, entre otras circunstancias, harán descubrir a Claus que cualquier acto de generosidad viene condicionado por la maldad. Se hace necesario apuntar que Claus regresa a la ciudad en la cual se crió junto a Lucas, como nacional del país al que huyó al final del primer libro. De ahí que utilice un cuaderno -la prueba- con el cual pretende justificar su procedencia y escapar así de la repatriación forzosa.

El tercer volumen, titulado “La tercera mentira”, completa y contradice a los dos anteriores, generando una multitud de preguntas al lector y dando tan sólo unas pocas respuestas. Es así como, pasados los horrores de la guerra y los años negros del régimen de plomo, la autora construye una historia que nos enfrenta a la imposibilidad de alcanzar una verdad duradera e inmutable.

Me acuesto y, antes de dormirme, hablo mentalmente a Lucas, como vengo haciendo desde hace muchísimos años. Le digo más o menos lo de siempre. Le digo que, si está muerto, tiene suerte y que me encantaría estar en su lugar. Le digo que a él le ha correspondido la mejor parte, que yo debo llevar la carga más pesada. Le digo que la vida es de una futilidad total, que no tiene sentido, es aberración, sufrimiento infinito, invento de un No-Dios cuya maldad rebasa la comprensión.”
En definitiva “La Trilogía” -o “Claus y Lucas” que es como tuvo a bien en titular la recopilación de las tres novelas el editor español- es ya un clásico moderno. Una fábula incisiva sobre los horrores de la guerra y el totalitarismo, pero también una gran novela de iniciación a la vida. Con una mención muy especial a la primera parte, “El gran cuaderno”, el mejor de los tres, y a ese final demoledor con el cual se cierra la tremebunda historia de estos dos hermanos. Sublime y desgarrador. 
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Tan sólo comentar para finalizar que “El gran cuaderno” ha conocido multitud de versiones teatrales en Alemania y Japón. También la compañía chilena La Troppa puso en escena bajo el título de “Gemelos” su propia visión. Sin embargo sigue pendiente de ser adaptada al mundo del celuloide. Y eso que, según reconocía Agota Kristof en una interesante entrevista concedida al diario El País en el año 2007, un productor estadounidense le compró los derechos y contrató a Thomas Vintenberg para rodar la película, pero al final pensó que no era el más adecuado. Sin embargo ella pensaba justo lo contrario. Que este atormentado y genial director danés sería, posiblemente, la elección más adecuada para adaptar su historia. ¡Coño, y yo también lo pienso! O ese o Von Trier. Menuda maravilla podría salir de ahí. 
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Por si no lo he dicho el libro es muy recomendable. Indispensable, añadiría.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Enric González: Sobre la tiranía

Hierón ejerció como tirano en la colonia griega de Siracusa hace 26 siglos. Unas décadas después de su muerte, Jenofonte le hizo protagonista de un diálogo breve en que el tirano debatía con el poeta Simónides sobre las ventajas y las desventajas del ejercicio del poder. En 1948, Leo Strauss (presunta figura paterna del neoconservadurismo) escribió On Tyranny, un ensayo denso y enigmático, en el que diseccionaba el diálogo de Jenofonte. On Tyranny, del que ignoro si existe edición en castellano, exige al lector grandes esfuerzos, pero, como es habitual en Strauss, ofrece una recompensa extraordinaria: enseña al lector a leer.
Eso no es ninguna paradoja. Poquísimas personas son capaces de seguir el hilo entre las palabras y la mente del autor y captar por completo el juego de dudas, engaños, rectificaciones y decisiones azarosas que intervienen en la composición del texto y en su interpretación posterior. Perdón por la digresión.

Strauss utiliza su análisis del Hierón de Jenofonte para demostrar tres tesis. Una la hace obvia el propio Jenofonte: el tirano tiene como característica el sentirse incomprendido por la sociedad, sacrificado y agobiado por el poder que él mismo ejerce. La segunda es algo más compleja, aunque hoy tiende a ser comúnmente aceptada: la sociedad y su estructura de poder, sea cual sea, tiende a sofocar el pensamiento crítico, que para Strauss es consustancial a la filosofía.

La tercera tesis es la que interesa realmente a Strauss, y establece que las sociedades (y sus filósofos) tienen grandes dificultades para detectar la aparición de las tiranías. Salvo en los casos más zafios, la tiranía se propone como una forma nueva y superior de gobierno participativo, como una fórmula de progreso, como una respuesta a determinados poderes fácticos, como una iniciativa de los sectores más desprotegidos y como una solución frente a las dificultades de la época. En los años 30, el nacional-socialismo fue interpretado de esa forma por la mayoría de los alemanes y por muchísimos europeos.
Cada fenómeno tiránico es novedoso y muestra características específicas.
Conviene plantearse, porque es una de las grandes cuestiones de nuestra época, si lo que llamamos proyecto europeo muestra los síntomas de una tiranía.
Basta hablar con cualquiera de los técnicos que ejercen el poder en la Unión Europea, un entramado legal e institucional tan complejo que supera a los dirigentes políticos, para comprobar que se sienten afectados por el cansancio y la incomprensión de los que se quejaba Hierón: ellos, abanderados de la razón, están condenados a lidiar con los desastres ocasionados por la cerrazón populista de los partidos, por la mezquindad de los ciudadanos, por la incompetencia de los líderes y por la avidez insaciable de los mercados financieros.
La validez de la segunda tesis de Strauss es obvia. Cualquier oposición al proyecto europeo en su actual forma es descartable porque, según la verdad aparentemente establecida, su alternativa es el caos.
La tercera tesis no vale como prueba. Que no detectemos características tiránicas en una determinada formulación política no significa que sea una tiranía. Sí significa, sin embargo, que puede serlo.
La cesión de soberanía monetaria efectuada por los Estados firmantes en Maastricht se realizó en beneficio de una entidad técnica, el Banco Central Europeo. Ahora, como supuesta solución a la crisis del euro, se propone la cesión de la soberanía fiscal a otro ente técnico bajo límites de maniobra muy estrictos. Los electores europeos, quizá con la excepción parcial de los alemanes, ya no podrán decidir si quieren más o menos impuestos, si quieren revaluar o devaluar su moneda, si prefieren una dosis de inflación (que actúa como impuesto redistributivo) o una dosis de desempleo (que beneficia a las rentas del capital frente a las del trabajo).

En términos prácticos, la tiranía suele identificarse con la represión más o menos violenta de la crítica. Puede pensarse que en los próximos años, en los que se empobrecerá de forma drástica la vida de quienes dependen de rentas del trabajo o de la asistencia pública, ese fenómeno se convertirá en una de las características de la gobernanza europea.
Entramos en una época interesante, en el sentido de la célebre maldición china. 
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El artículo ha sido publicado por Jot Down Cultural Magazine. Tan sólo me queda aplaudir a Enric González. Un grande sí señor...

martes, 6 de diciembre de 2011

Rey Charles


Llega tarde y mal, lo sé, pero me da igual. Aquí os dejo mi más sentido homenaje a la Corona y a su Majestad el Rey Juan Carlos I. 

Y es que tiene cojones que un tío que ha nacido con todas las puertas abiertas, haya chocado tantas veces contra ellas.

lunes, 5 de diciembre de 2011

El amor en tiempos de crisis


Mirad la fotografía, es de hoy mismo. Es evidente que la Merkel y el Sarkozy se quieren. Y visto lo visto y oído lo oído, parece que se quieren muchísimo. Tanto que no paran de joder.  Lo que pasa es que en lugar de joder entre sí se dedican a jodernos a los demás. 
Ahí les tenemos nuevamente, los dos juntitos, apardalados y decidiendo nuestra suerte a escasos días de la cumbre europea, un evento calificado de crucial y decisivo por la extraña pareja. El show de Merkozy es un no parar. Esta vez nos han anunciado que han llegado a un acuerdo para la unión fiscal y presupuestaria de Europa que presentarán a sus socios el próximo viernes en Bruselas. Lo de “presentar” es una coña marinera ya que todos sabemos que el acuerdo entre ellos es palabra de Dios (te alabamos señor), así que nos lo tendremos que tragar por sus santos cojones/ovarios nos guste o no. Y al que no le guste, o no pueda cumplirlo, pues a la rue. Adiós a la soberanía de los estados y hasta a la tradicional división de poderes. Descanse en paz Montesquieu y “El espíritu de las leyes”. Bienvenidos al nuevo orden mundial europeo en el cual impera una nueva distribución de las funciones estatales. Del legislativo, el ejecutivo y el judicial hemos pasado al porquesisivo (porque sí y a tomar por culo), el ocultativo (respecto a los ciudadanos, obviamente) y al poder de Merkozy (“arreando que es gerundio”). 
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Por cierto que, como bien apunta Ignacio Escolar en su twitter, es muy cachonda la medida de imponer sanciones automáticas para quien no respete el déficit del 3% en 2012. Y lo es porque Alemania fue el tercer país de la Unión Europea que más veces incumplió el pacto de estabilidad. Otro incumplidor fue Francia. Pero ya se sabe, el poder de Merkozy no conoce límites.  
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En serio, Merkozy sucks… y Europa cada vez más. 

domingo, 4 de diciembre de 2011

R.I.P. Sócrates Brasileiro Sampaio (1954 - 2011)


Soy de una generación de aficionados al fútbol que no pudo disfrutar ni de Pelé, ni de Cruyff, ni de Garrincha, ni mucho menos de don Alfredo Di Stéfano. Sí que lo puede hacer con “el Pelusa” Maradona, aunque os he de reconocer que, aún admitiendo su importancia como uno de los grandes futbolistas -¡sino el más grande!- de todos los tiempos, nunca me he sentido deslumbrado por su estrella. Tal vez se deba a que el personaje mediático ha acabado por devorar -y vista la oronda figura que se gasta puede que hasta literalmente- a aquel extraordinario diez y a sus jugadas de fantasía. Además, el mesianismo generado en torno al genio de Lanús siempre me ha tirado un poco para atrás. Por el contrario existen otros peloteros de menor calidad e, indudablemente, con un menor peso en la historia del fútbol, con los que un servidor creció y de los que guarda mejores recuerdos, siente más respeto y por los que profesa mayor admiración. Uno de ellos es, o mejor dicho era, el “Doctor” Sócrates, fallecido la semana pasada por culpa de una cirrosis hepática. 
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Aún recuerdo la impresión que me causó la primera vez que vi la imponente figura de este espigado centrocampista brasileiro. Fue durante el Mundial de España de 1982 y yo no era más que un crío. Ese Mundial, de infausto recuerdo para los aficionados españoles, no fue ganado por Sócrates y sus compañeros, pero con su particular look y su elegancia sobre el campo se ganó el coranzocito de muchos aficionados al deporte rey. Capitán de la segunda mejor selección de la historia de Brasil (con Zico, Falcao, Junior, Cerezo…) Sócrates no sólo fue conocido por sus habilidades con un balón en los pies. Haciendo honor a su nombre de filósofo griego, el de Sócrates es uno de los escasos ejemplos de futbolista centrado en sus opiniones, implicado políticamente e intelectualmente formado. No en vano el sobrenombre de “el Doctor” no le viene tan sólo de las clases magistrales impartidas sobre un terreno de juego, sino que, realmente, el tipo se había licenciado en medicina. De hecho, una vez retirado dedicó su vida a ejercer la profesión médica. En cuestiones políticas es conocido su activismo social y su lucha por la democracia en un Brasil en plena dictadura. Junto a sus compañeros Wladimir y Casagrande fundó un movimiento contra el autoritarismo de los clubes, microcosmos de lo que sucedía en el país carioca. Cuando el miedo era generalizado, él politizó el fútbol y ayudó a desmantelar la dictadura. A finales de 1982 su club, el Corinthians de Sao Paulo, ganó el Campeonato Paulista y los jugadores aparecieron con un lema impreso en sus camisetas: “Democracia”. Son los tiempos de la llamada “Democracia Corinthiana” que consagró a Sócrates y a sus compañeros como verdaderos héroes nacionales. También sabemos de su devoción por Ernesto el Che Guevara. Una admiración sincera, no como la que han manifiestado otras estrellas al tatuarse la efigie del revolucionario como si de una moda se tratase.   
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Sin embargo sus conocimientos en el campo de la medicina no bastaron para impedirle caer en las garras del alcoholismo. Una enfermedad que lo tuvo a maltraer en los últimos años y que finalmente le ha causado la muerte. Hasta siempre Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira. Hasta siempre a esas barbas y esa melena tan característica, a esos precisos y preciosos pases de tacón, a esa elegancia quasi arrogante sobre un terreno de juego y, por supuesto, adiós a esa mítica zamarra amarilla con el ocho estampado en la espalda. Descanse en paz. 
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