lunes, 25 de junio de 2012

That thing he does


El sábado noche, después de la victoria de la selección nacional de fútbol y su consiguiente paso a las semifinales de la Eurocopa, acudí hasta la sala El Loco para ver como se desenvolvía sobre el escenario Mike Viola. Y es que mi interés por la música de este veterano compositor ya viene de lejos. Os hablo de comienzos de los noventa, cuando centró la atención de la prensa musical como miembro fundador y líder de los Candy Butchers. Hombre, no exactamente. Me gusta esa banda pero, siendo sincero, no supe de su existencia hasta unos añitos después ya que, por aquellas lejanas fechas, servidor andaba enfrascado en otro tipo de sonidos más rabiosos y guarros. Fue gracias al cine, en concreto al estreno de la prescindible película “The Wonders” (1996) …sí, sí, la de (ton)Tom Hanks. Y es que el mayor reconocimiento a la obra de monsieur Viola fue gracias a su labor como co-productor, cantante y compositor - junto a Adam Schlesinger de los Fountains of Wayne- de la banda sonora original de esa película. Supongo que os acordaréis de la melosa y beatleliana “That Thing You Do!”, con la que se llevó el Oscar a la mejor canción original.


Pues bien, por eso, porque el concierto era gratis, porque el último trabajo de Viola “Electro de Perfecto” no está nada mal y porque me encanta la música y “conciertear”, me pareció un excelente plan acudir al evento.

A ver, la expectativa era alta y me lo pasé bien, no puedo negarlo, pero quizás esa misma expectativa hizo que saliera del concierto algo decepcionado. Y es que uno esperaba encontrarse allí a un Mike Viola en plenitud, destapando el tarro de esas esencias poppys marca de la casa. Pero no. Entre otras cosas porque vino solo y el tocar sin el respaldo de su nueva banda -en la que se encuentran Victor Indrizzo, Sean Hurley y Chris Steffen- hizo de aquello un espectáculo bastante desangelado. El hombre estuvo voluntarioso, divertido y puntualmente brillante, pero era evidente que allí faltaba algo. Y el problema ya no es que actuara sin su banda, es que lo hiciera sin banda, ¡sin cualquier banda! La cosa quedó aún más clara cuando al final del show los chicos de Star Trip subieron a desempeñar esa función. Según yo lo veo ese formato es el ideal para apreciar ese euforizante power pop que le ha dado fama mundial. Una lástima que no fuese así más que en un par de canciones.

Por cierto que antes de Viola actuaron los mencionados Star Trip, banda de la terreta. Estuvieron correctos.

jueves, 21 de junio de 2012

Joseph Goebbels. Vida y muerte


“De un modo en que pocos lo consiguen, Joseph Goebbels fue capaz de representar el drama personal de su vida en el escenario de la historia. Gracias a su asociación con Hitler y con el Partido Nazi pudo proyectar sus conflictos personales a la escena de la política alemana e internacional. Que un individuo tan visiblemente desequilibrado, aunque talentoso, tuviera el poder de reflejar sus problemas individuales en la gran constelación de la política y las relaciones internacionales, y gozara de la oportunidad y el poder de resolverlos en la esfera pública, con fatales consecuencias no sólo para el mismo y su familia más cercana, sino para muchos otros, es parte de la gran tragedia de la primera mitad del siglo XX”.  
Magnífico libro a través del cual seguimos el ascenso de Goebbels desde el olvido provinciano de Renania hasta convertirse en el ministro de Propaganda de Hitler. “Joseph Goebbels. Vida y muerte” está escrito por Toby Thacker, catedrático de Historia Moderna de Europa en la universidad de Cardiff, quien se ha basado en sus diarios completos (1923-1945) y otras fuentes. Una obra de valor inestimable para conocer al que acabó por ser el mayor demagogo del siglo XX. Si bien, sus técnicas de manipulación de los medios para que vomiten mentiras unidireccionales hasta hacerlas creer incluso a aquellos que las producen, el uso del cine y la radio para transmitir los principios resumidos de una ideología destructora y la denigración del rival político y social, junto a la tergiversación sin fin de las imágenes para obtener unos resultados concretos, parecen más realidades de nuestra época que de los años en que el doctor Goebbels y sus secuaces tuvieron que lidiar con unos medios tecnológicos primitivos. Tan solo hace falta darse una vuelta por determinadas webs y/u observar las portaditas de nuestra maravillosa “prensa libre”. 

martes, 12 de junio de 2012

Boy A


Tal vez, lo mejor que puede decirse de "Niño A", es que se lee del tirón. Vale, lo sé, no es decir demasiado, pero es que una vez concluida la sensación que queda es el de haber leído algo que comienza muy bien y acaba no tanto. Vamos, el típico libro que va de más a menos, en este caso a mucho menos.

El planteamiento inicial es bastante interesante e incluso, porque no decirlo, valiente. Inspirándose en el terrible asesinato del pequeño James Bulger a manos de dos niños algo mayores que conmocionó a la sociedad británica a principios de los 90, Jonathan Trigell se pone en la piel de uno de esos pequeños asesinos, varios años después del incidente. El “niño A”, ahora conocido como Jack, ha cumplido veinticuatro años de edad y, tras pasar la mayor parte de su corta vida en prisiones juveniles, pretende comenzar una nueva vida en libertad. Casi nadie conoce su nueva identidad, pero mientras intenta adaptarse a ella, la opinión pública, espoleada por la prensa sensacionalista, se pregunta acerca del paradero del monstruo que años atrás cometió un crimen espantoso. Para ellos un elemento como ese no puede ser perdonado y vivir en libertad en el Reino Unido.

El autor pretende que reflexionemos acerca de complejas cuestiones, para lo cual deja en el aire preguntas con difícil respuesta. ¿Existen las segundas oportunidades? ¿Puede alguien que comete un acto tan atroz reinsertarse en la sociedad? ¿Tiene derecho a ello? ¿La gente que le rodea en esta, su segunda vida, tiene derecho a saber qué hizo? En un plano teórico está bastante claro. Sí, sí, sí y… ¿no? O quizás no es tan fácil. A ninguno se nos escapa que en un caso de estos, a la sociedad le cuesta asumir y perdonar a quien cometió un error monstruoso, independientemente de que hablemos de niños. Por otra parte también nos podríamos cuestionar sobre quién es más monstruo, ¿aquel que comete el error y paga por ello? ¿o quien por rencor, envidia y odio busca la venganza social revestida de justicia poética?

Con todo y con eso, como ya os mencionaba al comienzo, la novela no es nada del otro mundo. Por estilo literario y por la evolución de la propia historia, la ópera prima de  Jonathan Trigell no pasa de discreta.

Por cierto que “Niño A” fue llevada a la gran pantalla por John Crowley, consiguiendo cuatro Premios BAFTA. Visto el trailer promocional, igual hasta está mejor la adaptación cinematográfica.

lunes, 11 de junio de 2012

Mariano Rajoy, entre Iriarte y Chuck Norris


¿Rescate o no rescate?

Mariano Rajoy: “Yo no voy a entrar en debates nominalistas, yo lo único que digo es que Europa va a poner a disposición de las entidades financieras españolas que lo necesiten una línea de crédito que las entidades financieras tendrán que devolver”
“Por entre unas matas, seguido de perros,
no diré corría, volaba un conejo.
De su madriguera salió un compañero y le dijo:
"Tente, amigo, ¿qué es esto?" "¿Qué ha de ser?", responde;
"sin aliento llego...; dos pícaros galgos me vienen siguiendo".
"Sí", replica el otro ,"por allí los veo, pero no son galgos".
"¿Pues qué son?" "Podencos." "¿Qué? ¿podencos dices?
Sí, como mi abuelo. Galgos y muy galgos; bien vistos los tengo."
"Son podencos, vaya, que no entiendes de eso."
"Son galgos, te digo." "Digo que podencos."
En esta disputa llegando los perros,
pillan descuidados a los dos conejos.
Los que por cuestiones de poco momento
dejan lo que importa, Llévense este ejemplo.” 
Tomás de Iriarte (Fábulas Literarias)

...¿¿¿Nos rescatan??? ...les rescatamos!!!

Mariano Rajoy: “A mí nadie me ha presionado, el que he presionado he sido yo”
“Chuck Norris no se moja bajo la lluvia: Es el agua la que se impregna de Chuck”
“De noche, Chuck Norris duerme con luz. No porque tenga miedo a la oscuridad, sino porque la oscuridad teme a Chuck Norris”
“El oxígeno requiere de Chuck Norris para vivir”
“Chuck Norris no esquiva las balas, las balas esquivan a Chuck Norris”
“No hay teoría de la evolución, sólo las criaturas que Chuck Norris decidió dejar vivas” 
(#chucknorrisfacts)

viernes, 8 de junio de 2012

Apuntes del Primavera Sound


Hete aquí con mi crónica reducidísima (y creedme que va en serio) de lo acontecido en el último Primavera Sound. Posiblemente y a pesar del “discreto” cartel de la presente edición, el mejor festival de los que se celebran en territorio patrio. El caso es que me hubiese encantado acudir el miércoles por la noche a la actuación de The Walkmen, pero imperativos laborales me lo impidieron, así que el relato de los hechos comienza un caluroso jueves por la noche.

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Ese jueves se nos hizo tarde y por eso nos perdimos a unos Archers of Loaf que tan buenos recuerdos de juventud nos traen a algunos. Pero bueno, al menos llegamos a tiempo para ver a unos Afghan Whigs que protagonizaron una de las mejores actuaciones de la presente edición del festival. Con un repertorio centrado fundamentalmente en los cortes del magnífico elepé “Gentlemen” -gran acierto por su parte- los de Seattle sorprendieron con una solvente puesta en escena que despejó de un porrazo todas las dudas generadas tras su sorpresiva, tardía e incluso poco justificada reunión. Sobretodo tras ese largo periplo en el cual Greg Dulli se había embarcado en desiguales proyectos al margen de sus compañeros de correrías. Tras estos y ante la imposibilidad de ver a los White Denim (¡los horarios del Primavera Sound los carga el diablo!), nos desplazamos hasta el escenario ATP para ver a otros seattlelites, ¡los incombustibles Mudhoney! Cualquiera diría que estos tipos llevan más de treinta años repartiendo estopa, ¡si parecen unos críos! Unos cincuentones que meten más caña que la mayoría de bandas de nuevo cuño. Sí, me habéis entendido, me refiero a todos esos grupillos de “punkies de postal” (recordando a Evaristo Páramos) que inexplicablemente hacen las delicias de tantísima gente. Para mi goce y disfrute no se olvidaron de tocar su mítica “Touch me I’m sick”, que a continuación enlazaron con mi canción favorita de todo su repertorio, “Suck you dry”, presente en mis efímeras apariciones tras los platos.
Y de ahí a Wilco, en lo que se suponía iba a ser el principal acontecimiento de la noche y, porque no decirlo, del Primavera Sound 2012. Pero no, la cosa no coló. Son Volt rules, Wilco sucks, no digo más…

Llamadme flipado, despotricad de mi todo lo que queráis y más, cagaos en mi calavera, considerad que soy un sacrílego… okey mackey… lo acepto… pero lo siento, yooooo, el mesianismo creado en torno al dios Tweedy no me lo trago. Y me encanta el alt-country en todas sus variantes, ¡lo juro! - aunque si sois habituales de este espacio ya lo sabéis- pero ni por esas. Es más, considero que, aún asiendo tremendamente indulgente con Wilco, me salen no menos de quince bandas y/o cantautores con más méritos para ser considerados como “los dioses de la americana” se pongan como se pongan los redactores del Spin, el Dusted Magazine, Pitchfork, Mondosonoro, Allmusic, etc etc… Es más, si como coinciden la mayoría de especialistas, el impulso a este viejo/nuevo género se lo dieron Uncle Tupelo y de las cenizas de estos surgieron Jeff Tweedy y sus Wilco por un lado, y Jay Farrar y Son Volt por el otro, queda claro que este el bueno era este último. Y no es cuestión de intentar convencer a nadie, pegadle una oida al maravilloso disco homenaje a Woody Guthrie co-realizado por Farrar y comprenderéis a lo que me refiero.
Iba a dejar ya el tema Wilco, ¡pero que coño! Voy a seguir que estoy on fire. ¿Qué carajo han hecho estos tíos para ser acreedores de tamaño reconocimiento? ¿A que se deben esas legiones de fans entregados a la causa? Y no me vengáis con que el “Yankee Hotel Foxtrot” es la polla en vinagre o que es imposible no llorar con “Impossible Germany” –lo es, doy fe-. ¿Que tienen buenos discos?, eso yo no lo discuto, ¿que con su música llegan a emocionar?, tampoco... pero no más que otras bandas y, por desgracia, cada vez menos. Encima sus dos últimos lanzamientos son reguleros, por no decir otra cosa. Impregnados de esa tendencia a la modernez country-electrónica que resulta tan ridícula.

En fin, después de soportar el tostón Wilco - por culpa del cual nos perdimos a unos Beirut que, según dicen las crónicas, estuvieron realmente bien -, pasamos hasta el escenario de enfrente a pegar botes con los Refused. Jooooder con los suecos, macho. Pura energía ¡¿Y decís que estos tíos llevaban la tira de años sin tocar juntos?! Cualquiera lo diría. Pareciera como sí por ellos no hubieran pasado los años y, desde luego, como si se hubieran mantenido en ruta durante todo este tiempo. Pasando por alto la dialéctica autocomplaciente (y hasta perrofláutica) en la que Dennis Lyxzén cayó, estuvieron de putísima madre. Intensísimos, conectaron con una audiencia ávida de hardcore y punk con muchas ganas de romper a sudar. Ese punk extraño al que los años no han restado ni un gramo de modernidad, y sobre cuya forma nos cuestionábamos hace ya un tiempo.

Por culpa del solapamiento horario no pudimos ver ni a The XX ni a Sleep, lo que me hubiese encantado, y me tuve que conformar con unos Franz Ferdinand que ni son ni han sido nunca Santo de mi devoción. Pero mira tu por donde que estuvieron más que divertidos, sobretodo teniendo en cuenta el referente negativo que supone la otra vez que les vi. Se mostraron complacientes con un público mayoritariamente anglosajón, que entregado a la causa canturreaba todos y cada uno de sus hits...  ¡y hasta los no hits!. No creo que los guiris se puedan quejar de un Alex Kapranos que ofreció todo lo que tenía.
A continuación venía uno de los momentos más esperados de la noche, la actuación de los Japandroids en el Vice. Para ello subimos y después bajamos las absurdas escaleras del Forum que nos habían de conducir hasta un recóndito escenario que, según había leído y pude comprobar, era el que peor sonaba de todos. Tal vez por ese motivo los Japandroids sonaron tan mal. Pero me da igual, no les excusa. Para mí fue una de las mayores decepciones de este festival, ya que soy bastante fan de la banda de Vancouver que, para más inri, venía con su nuevo álbum”Celebration Rock” bajo el brazo. Mira que tenía ganas de verles, ¡pero joder! no se puede hacer peor sobre un escenario. Reventadísimos, acelerados, nerviosos, todas sus canciones parecieron una sola… y mala, ¡muy mala! Ruido y más ruido hasta destrozarnos los tímpanos. Que despago más grande. Huimos de allí como el rayo y con ese mal sabor de boca a dormir la mona.

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El viernes, para no perder la costumbre, volvimos a llegar tarde al recinto. Motivo por el cual no pude ver a otros que me apetecía mucho ver: los neoyorquinos Chavez. ¡Qué putada hostia! El único consuelo que me queda es saber, por boca del sabio maese Txarls, que la cosa fue extremadamente corta, no dando tiempo a que los escasos asistentes entraran en calor. En fin, que se le va a hacer… y sí, ya lo sé, triste consuelo ese. Así que nos dirigimos a toda mecha hasta el quinto coño (alguien debería plantearse lo de las distancias en el Primavera Sound) para empezar la jornada con el espectáculo flower ñoña de los californianos Girls. Y mira tú por donde que, pese a que no soy muy fan de su propuesta guachi japi, me agradó mucho su show. Su paso por el festival, pese a no ser memorable, estuvo realmente bien y las negras por las que se hicieron acompañar a los coros, impresionantes. Además, he de reconocer que el tal Chistopher Owens tiene bastante carisma. Eso sí, la potencia vocal de las mencionadas señoronas le jugaron alguna mala pasada durante el concierto. Y es que hay cosas contra las que uno no debe/puede competir. Esa lección la aprendió este Macaulay Culkin venido a menos (¿es eso posible?) esa noche.

Tras el duo de San Francisco mi intención era acercarme hasta el Adidas Originals para escuchar a Foam Lake, interesante propuesta de post-rock-pop o yoquesé venida desde Canadá. Sin embargo, tan sólo pude hacerlo en mi tránsito hacia el otro extremo del festival, por imperiosas necesidades de tipo fisiológico, unidas al hecho de que no quería perderme a War on Drugs ni loco. Y no lo hice, llegamos a tiempo para verles comenzar en el que, creo, fue el mejor escenario del Primavera por bandas y ubicación: el Pitchfork. Respecto al cuarteto de Philadelphia tan sólo puedo decir que me parecieron una buena banda, con suficientes tablas sobre el escenario, pero con escasez de alma. Esto último no es exclusivo de ellos, por desgracia es la tónica habitual entre los indie-rockers de última generación. Una falta de intensidad, una pasión a medio gas, que me sacan totalmente del juego.

Y de ahí a The Cure y a su show extra-largo (¡3 putas horas!), con el cual la organización del Primavera debió pensar que paliaba de alguna forma la caída del cartel de su principal reclamo para este 2012, la islandesa Björk. Les vi a tramos, llegué, me fui, retorné y volví a marchar y os he de decir que, lo que presencié, me gustó en grado sumo. Y ello a pesar del asqueroso regusto de boca que me dejaron tras su paso por el Wintercase Mtv celebrado hace unos años en Valencia. Es cierto que el tío me sigue pareciendo una parodia del personaje con el cual Muchachada Nui le parodiaban a él (ya sabéis, el glorioso “vamos Rober al a bailar…”), pero en lo musical, que es lo que importa, nada que ver con lo que ofrecieron en Valencia. Robert Smith demostró que es un jefe. Eso y que atesora una de las más extensas y brillantes colecciones de singles de entre todas las bandas que aún siguen en activo. Vamos, que ya les gustaría a otros tener la mitad de buenas canciones que The Cure (¿he oído Wilco?).

Os he comentado que al show de Robert Smith tan sólo asistí de forma fragmentada. No fue sólo por su extraordinaria extensión. Se debió principalmente a que en medio se situaba la actuación de los Sleigh Bells, para un servidor la banda revelación del año. Y una vez vistos y sin desmerecer a otros, me parecieron lo mejor de este festival. Habéis oído bien, ¡¡¡el top 1 del PS 2012!!! En tan sólo cuarentAfa y cinco minutos dejaron muy a las claras cuales son sus virtudes. Cañerísimos, entregándose al máximo desde el minuto uno al cuarenta y cinco, con ese pedazo de mujer al frente (Alexis Krauss rules!!!) ¡Buah! Incredibol. Consiguieron que todos sus temas pareciesen auténticos hits. Bombazos bailables y/o botables para deleite de la muchachada allí congregada. Hasta intentamos imitar, con nefasto resultado, los bailecitos de la Krauss en “Comeback kid” y cabeceamos como salvajes con la fantástica “Demons”, con la que cerraron su paso por el festival. En ocasiones me recordaron a mis admirados Atari Teenage Riot, aunque tal vez solo sea cosa mía. Geniales.

Tras ese derroche de energía en vena y aún con los pelillos de punta, acudimos a uno de los escenarios principales para intentar tomarnos las cosas de un modo más suave. Y quien mejor que unos The Drums suavecitos y bastante correctos. No puedo decir lo mismo de The Rapture, a quienes vimos a continuación, prototípico grupo de una sola canción y a vivir del cuento… guiris y modernos mediante.

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El sábado fue mi último día en el festival ya que del domingo tan sólo me interesaba ver a Yann Tiersen y el francés tocaba demasiado tarde para quedarme y después volver a Valencia. Siendo el día que me suscitaba menor interés, paradójicamente fue el único al que llegué puntual para ver “todo” el cartel. Comenzamos con la joven cantautora Sharon Van Etten, muy mona y muy mal hablada ella, pero con una propuesta folk-rock harto interesante. Después bajamos a un escenario Ray Ban semivacio para asistir a la burrería perpetrada por los vascos Lisabö. ¡Guau! Menudo derroche de energía. Confirmaron todo lo bueno que prometía su magnífico “Animalia lotsatuen putzua” con el que reaparecieron en 2011 tras varios años de ausencia. Post-hardcore, post-rock, post noise o yo que sé… sencillamente atronadores. Eso sí, que se hagan mirar lo de las dronjas, que son mu malas!!! Otra de las gratas sorpresas que me llevo de este festival son los Girls Names, que tocaron a continuación en el escenario Vice. Se trata de una interesante propuesta de pop frío y oscuro, amén de las consabidas dosis de shoegaze, que viene desde Belfast. En ocasiones recuerdan a Joy Division, otras a los Smiths e incluso a The Cure… Sí, vale, tal vez exagere, pero coño, ¡me gustaron de la hostia! También me sorprendieron Beach House. No tenía demasiadas expectativas puestas en ellos, pero, como suele pasar, de donde menos se espera más se obtiene. Tremendo el show protagonizado por la sobrinísima del gran Michel Legrand. Después, muy a lo lejos y mientras me jalaba una ración de Pad Thai con pollo más cara y menos rica de lo recomendable, escuché la "única" canción del repertorio de Saint Etienne. Sí, os hablo de la machacona “He’s on the phone”, ¿acaso han hecho algo más desde entonces? ¿y antes?

Mención aparte merecen unos Godflesh con los que disfruté como un enano haciendo headbanging. Y eso que se mascó la tragedia por culpa de unos imbéciles pasados de vueltas y alguna cosita más. Por estos tipos no pasan los años y siguen mostrándose como una influencia fundamental para el metal industrial de nuevo cuño. Encuadrables entre lo mejor de este festival. Lo de después ya fue otra cosa. Lánguidos y previsibles pasaron por su escenario Washed Out y después Neon Indian. Buen sonido, buena actitud, pero nada más. Todas las canciones parecían una, que sonaba bien, cierto es, lo cual puede que sea su principal y/o única virtud.

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Bueno y hasta aquí lo que os tenía que contar del Primavera Sound 2012. Eso y que organizativamente estuvo de diez, la gente de siete - demasiada modernez, demasiada impostura, too much guiri guayongo-, el cartel de seis y el precio (o mejor dicho, la relación entre la calidad de las bandas y el precio del abono) de tres. El año que viene, si Dios quiere (el Dios dinero, evidentemente), mi jefe me deja, mi salud me respeta y la organización se lo curra, seguro que volveré.

jueves, 7 de junio de 2012

D.E.P. Ray Bradbury (1920 - 2012)


Quiso el destino que, el mismo día en el cual conocimos que Philip Roth sería galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2012, también nos enteramos del deceso de Ray Bradbury. El gran maestro de la fantasía, la ciencia-ficción, el horror y el misterio, al que muchos conocimos durante nuestra etapa de juventud y que nos hizo disfrutar y también reflexionar con esas historias angustiosas y desconcertantes en las que el destino de la humanidad, repleto de sufrimientos y sinsabores, no se presentaba nada halagüeño. Autodidacta e hiperactivo, el legado de Bradbury comprende más de treinta novelas, colecciones de cuentos e incluso obras de teatro, además de unos seiscientos relatos cortos. Destacan sobre todos ellos la distopía futurista "Farenheit 451", sin duda su obra referencial - pese a la discreta adaptación cinematográfica dirigida por François Truffaut-, o la magnífica recopilación de historias cortas titulada "Crónicas Marcianas" -¡Sardá cabrón!-.

Aunque con su obra llegó a dibujar todo un imaginario futuro, a Bradbury nunca le gustó que lo calificaran como escritor de ciencia-ficción, sino más bien de fantasía. Según él, realmente, su única novela de ciencia-ficción fue "Fahrenheit 451" y aún en esta, como en el resto de su obra, la intencionalidad era profundamente moral:
“En mis obras no he tratado de hacer predicciones acerca del futuro, sino avisos. Es curioso, en mi país cada vez que surgía un problema de censura salía a relucir como paradigma de la libertad Farenheit 451. Los intelectuales, ya sean de derechas o de izquierdas, siempre tienen miedo a lo fantástico porque les parece tan real ese mundo que creen que estás intentando engañar y, evidentemente, así es. (…) Vivimos en un mundo que nos absorbe con sus normas, con sus reglas y la burocracia, que no sirve para nada. Hay que tener mucho cuidado con los intelectuales y los psicólogos, que te intentan decir lo que tienes que leer y lo que no”
En una de sus últimas entrevistas, Bradbury se jactaba de que lo más emocionante en su vida había sido el despertarse cada mañana e ir corriendo a la máquina de escribir porque se le había ocurrido alguna idea nueva. Ojalá siga con esa energía y lucidez allá donde haya ido a parar.
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¡Ah! Y enhorabuena al gran Philip Roth.

martes, 5 de junio de 2012

El origen del arte publicitario

Durante estos días, una Fundación Bancaja con las horas contadas a la vista de la que está cayendo en Bankia (la cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones), exhibe una interesante exposición titulada “1900. El origen del arte publicitario.” La muestra viene a estar compuesta por carteles publicitarios cedidos por el MNAC (Museu Nacional d’Art de Catalunya) de entre sus extensos fondos, incluyendo el célebre "gato de Steinlen" o algunas interesantes obras de uno de mis artistas de cabecera, el checo Alphons Mucha. En total se trata de un centenar de carteles firmados por cuarenta y seis de los artistas que protagonizaron la irrupción del cartelismo publicitario durante el cambio de los siglos XIX al XX. Entre ellos, además de los mencionados anteriormente, están Jules Chéret, Toulouse-Lautrec, John Hassall, Will Bradley, Hunter Parrish, Edward Penfield o los españoles Ramón Casas, Santiago Rusiñol, Alexandre de Riquer, Adrià Gual o mi paisano Francisco de Cidón.

Dando una vuelta por las diferentes salas se puede realizar un recorrido sintético, a la par que didáctico, que lleva desde los orígenes del cartel moderno hasta su auge como elemento artístico y la creación de los primeros mensajes publicitarios. Estilísticamente hablando, es evidente que el grueso de las obras expuestas se encuadra dentro del art nouveau, a la fin y a la postre el modelo hegemónico en el ámbito artístico occidental durante la Belle Époque. Los carteles, salpicados de tintes caricaturescos, destilan ironía a raudales, amén de incluir imágenes alusivas a la aparición de nuevos fenómenos sociales -como el automóvil -, o la conversión de la mujer en reclamo publicitario.

En definitiva, es esta otra interesantísima exposición organizada por los amigos de Bancaja aka Bankia que no os deberíais perder. Y tal vez sea la última, lastimosamente, a la vista de las peripatéticas noticias que nos llegan sobre la situación de la otrora banca indígena por excelencia. La pena es que esto si lo sabían hacer bien los tíos… de temas bancarios mejor hablamos otro día.

Por cierto que no lo he dicho: la muestra se mantendrá abierta al público hasta finales de agosto.

lunes, 4 de junio de 2012

...y el mudo habló


Fue el pasado viernes, mientras yo dormía la mona tras una tarde-mañana-noche de desfase en el Primavera Sound de Barcelona. El presidente del Gobierno español, don Mariano Rajoy Brei, tomó la palabra: “Los españoles necesitan una alegría. El triunfo daría un gran subidón moral a la gente en tiempos tan difíciles”. Sí amiguetes sí, Marianico “el mudo” -ese que por no dar explicaciones sobre su gestión es capaz hasta de escaparse por la puerta del garaje- habló, ¡pero habló de fútbol!

Este domingo y en rueda de prensa, fue el turno para el seleccionador nacional de fútbol, Vicente del Bosque. Siempre pausado y haciendo gala de su habitual temple, el salmantino replicó al gallego: “Ganar la Eurocopa no soluciona los problemas de España.” Y es que del Bosque, normalmente, habla con bastante más sentido común que Rajoy, sabiendo tocar de forma certera problemas casi eternos en nuestra sociedad. La pena es que si al final no se logra el éxito, este razonamiento tan correcto será barrido por todo tipo de estupideces. Ni siquiera el ser finalista -si la final se pierde- satisfará a la afición. O se gana, o el desastre.

En todo caso, a lo que iba, que cuando el seleccionador nacional de fútbol tiene más sentido común que el Presidente del Gobierno, es que algo estamos haciendo mal. Y no sólo porque estemos al borde del rescate financiero, que también…

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