martes, 28 de mayo de 2013

El PS 2013. Algo parecido a una crónica (I)

Pues bien, otro año más en el que Suloki, el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo, les va a dar su opinión sobre el mejor festival musical celebrado en este país: el Primavera Sound de Barcelona. Un festival que este año presentaba como platos fuertes a Blur, Nick Cave & the Bad Seeds, Phoenix, The Jesus & Mary Chain, My Bloody Valentine, Animal Collective, The Knife, Fiona Apple, Band of Horses, Tame Impala, James Blake, Wu-Tang Clan, Grizzly Bear y Los Planetas. A algunos les pude ver y a otros no, bien porque no me interesaban, bien porque coincidían en la misma franja horaria con otras propuestas más sugerentes o simplemente porque se cayeron del cartel a última hora. Ese fue el caso de mis venerados Band of Horses, quienes no pudieron volar hasta Barcelona, como estaba previsto, por culpa de los tornados que estos días están asolando gran parte de la geografía de los EEUU.  Una auténtica estafa. Y es que llueve sobre mojado. Ya son varias las ocasiones y las ediciones del PS en las que esto sucede. Encima quienes les sustituyeron fueron Deerhunter (again), en la que vino a ser su tercera participación durante la presente edición del festival (se aplicaría aquello de “no querías caldo…”). Con todo y con eso no fue esta la peor jugarreta de la organización. Más lamentable fue lo de Sixto Rodriguez que, según parece, excusó su asistencia “por motivos de salud”. Unos motivos de salud que, para sorpresa de propios y extraños, no le van a impedir acudir hasta Barcelona un lunes de julio para que aquellos que quieran pagar un extra -of course- vean su show. Eso sí, los chicos del PS compensaron la ausencia del veterano músico de Detroit incluyendo en el cartel a otros veteranos músicos pero de más cerquita, concretamente de Albacete City. Os hablo de Chucho… ¡¿De que vais Primavera Sound?!    

Comparando esta edición del Primavera con la del año anterior he que decir que me ha parecido bastante mejor en cuanto a calidad de grupos, incluyendo a los artistas consagrados y a las bandas noveles. Respecto a la organización tan solo comentar que sigue siendo buena si bien, por causa de la re-ubicación del escenario ATP y la inclusión de una serie de pasillos de seguridad entre este y el escenario Heineken, la cosa estuvo algo más congestionada y por lo tanto la deambulación entre espacios fue algo más incomoda que el año pasado. Aunque la principal pega tiene que ver con el asunto de las cancelaciones/cambios que he mencionado en el párrafo anterior. Una circunstancia que no solo afectó a los conciertos de Band of Horses o Rodriguez, sino también a los de Fiona Apple y DIIV. Como os imaginaréis la cosa fue aún peor para todos aquellos que pagaron la morterada que costaba una entrada de día, para ver unas actuaciones que no se habrían de producir. Y ello sin posibilidad de devolver la entrada y que se les reembolsara el importe pagado. Ahondando en el asunto de las pegas, una muy gorda, quizás la más, es el precio del festival. Excesivo dado los tiempos que corren, como también lo eran el precio de las consumiciones y el fast-food. En este sentido no quiero pasar por alto algo que ya me llamó poderosamente la atención el año 2012: ¿Por qué coño todos los camareros son portugueses? O sea, que con la que está cayendo en este país, con tasas de desempleo que se aproximan al 30% de la población activa, no entiendo como el Ayuntamiento de Barcelona, la Diputación o la Generalitat no insta/obliga a los organizadores a que contraten camareros de la terreta. Y es que a veces uno no entiende hacía donde coño miran nuestros queridísimos representantes públicos.

Y luego estuvo lo del frío, que merecería un capítulo aparte. ¡Cagoendiós que helor! 11 grados y estamos casi en junio. Que alguien se mire esto del cambio climático y se lo haga ver a los mónguers escépticos como Aznar. Te viá dá yo a tí Apocalipsis, mequetrefe... 

Bueno y hasta aquí el buzón de quejas y sugerencias. Ahora vamos a lo que interesa, la puñetera música. Explico en modo ranking (en orden descendiente) lo que me parecieron los diferentes conciertos a los que pude asistir.

1. Nick Cave & the Bad Seeds. (Sábado, escenario Heineken).
Para un servidor este fue el mejor show del festival. Un concierto que, por sí solo, justificó la morterada que costaba el abono del Primavera Sound. No exagero, os lo aseguro, la actuación de Cave y sus malas semillas fue apoteósica, deslumbrante incluso para alguien que nunca ha tenido al predicador australiano entre sus favoritos. Eso es así hasta el punto de que, no hace tanto, le dedique este poco elogioso post inspirado en este otro escrito por Quico Alsedo. Pero rectifico. Perdóname Nick. Soy un converso a tu religión, ¡viva el Dios Nick y la madre que lo parió! Que bestia parda. Cómo se merendó el escenario. Cómo se metió al respetable en el bolsillo, desde los fans a los simples curiosos, desde los escépticos como yo hasta los más incondicionales. Una enorme performance que comenzó de forma sinuosa para alcanzar un crescendo de dimensiones épicas. Y que pedazo banda le acompaña, ¡madre de Dios Señor! Que animales… Ellos solos se bastaron para incendiar aquello y quitarnos el extemporáneo frío. En fin, que no son tantas las ocasiones en las que uno puede decir que un concierto se le ha hecho corto, ¡increíblemente corto! Esta fue una de ellas. Mágico acontecimiento.

2. Titus Andronicus (Viernes, escenario Pitchfork).
...o como una puta mierda de actuación puede acabar siendo algo absolutamente maravilloso. Un puto desastre de coordinación, problemas técnicos a tutiplé, un Patrick Stickles más ronco que un personaje de “El Padrino”, un Julian Veronesi más preocupado en conectar no se qué cosa en no se cual sitio que en tocar el bajo, un sonido general manifiestamente mejorable... pero que más dará, estos tipos saben como hacer de la necesidad virtud. Porque aquello acabó como una fiesta burra en la que todo quisque lo pasa de puta Mulder, botando como locos y coreando como posesos cada uno de las temazos de la banda de New Jersey. Simplemente brutales. ...y graciosos, con un Patrick haciendo sus pinitos en un español raquítico -seguramente aprendido a través del método Maurer gringo- con el que nos echamos unas risas. Muy especialmente en su momento Van Gaal, cargando contra la revista Pitchfork. Ah! Por cierto, el HIT de Titus Andronicus -y lo pongo así en mayúsculas- es No future part III: Escape from no future” y no hay discusión posible. Y es que todos somos unos putos losers y siempre lo seremos. Grandes.

3. Dead Can Dance (Sábado, escenario Ray-Ban)
Dead Can Dance son unos profesionales como la copa de un pino. Unos tipos con una solvencia más que contrastada, con más de treinta años de experiencia a sus espaldas. Pero es que encima de eso, que se les presupone, vinieron a España dispuestos a destapar el tarro de las esencias. Y es que nos ofrecieron un concierto impecable. Venían con su último disco bajo el brazo, pero el repertorio no se limitó a los cortes incluidos en el "Anastasis", sino que acertadamente recurrieron a alguno de sus clásicos. Con ello los reyes de la dark wave consiguieron llenar un escenario en el que no cabía un alfiler. Y eso que, al principio, los fans, los muy fans y hasta los más derrotados tras las dos jornadas anteriores, nos refugiábamos del frío en las gradas del escenario Ray-Ban. Al poco de comenzar ya estábamos todos en la platea... ¡y la grada seguía llena! Porque allí no paró de entrar peña al calor de esas voces maravillosas. El caso es que fui muy fan de estos australianos en mi época gótica, pero luego les dejé un poco de lado. Craso error. No volverá a pasar Lisa. Nunca mais Brendan.

4. Phosphorescent (Sábado, escenario ATP)
El concierto de la banda de Mathew Houck fue una auténtica delicia. Y como no lo iba a ser si abrieron con ese maravilloso himno titulado “Terror in the Canyons”. El acierto en la selección de temas de los de Athens fue absoluto. Desgranaron lo mejor de su discografía, prestando especial atención, como no podía ser de otra forma, a su último larga duración “Muchacho”. Y que voz más bonita tiene el tipo. Lo gracioso es que me quedé a verles de chiripa ya que pensaba acudir hasta el escenario Pitchfork para ver a Liars, pero no pudo ser. Y a Dios gracias. Muy bello. 

5. Dead Skeletons (Jueves, escenario Vice)
¡Guau! Menudo sorpresón el que me llevé con estos islandeses consagrados a las cosas del karma y los rituales de muerte. Apenas si les conocía, más allá de un par de temas incluidos en una compilación de bandas oscuritas de última generación que un amigote me pasó. Venían presentando su último EP, “Buddha Christ”, que sonó de cojones porque está de cojones, aunque algunos no nos hubiésemos enterado. Ecos a la Bauhaus y a otras cositas del universo dark. Y con un front-man llamado Jón Saemundur totalmente entregado a su ritual de música, arte y espiritualidad. Por cierto que en su voz aprecié matices que me recordaban al Jim Morrison más colgado.

6. Tame Impala (Jueves, escenario Heineken)
He leído cosas muy malas respecto a su show en el PS y la verdad es que no lo entiendo. Vale que defender sobre las tablas el que para muchos fue disco del año 2012, no debe ser nada fácil. Amén que eso implica un nivel de exigencia mayor que el que tendría cualquier otra banda con peores referencias. Pero bueno, de ahí ha calificar su actuación como una puta mierda, como que no. Para mí sortearon la mar de bien la alargada sombra de la sobrevaloración y sobretodo, lo que más valoro, es que me lo hicieron pasar muy bien. ¿Que la cara de niño bueno de Kevin Parker no es la más apropiada para la música que hacen? Okey... ¿Que quizá son demasiado ñoños para hacer psicodelia? Pues bien, ¿pero es realmente psicodelia lo que ofrecen Tame Impala? En fin, lo dicho, yo lo pasé teta con sus hits -que son tremendos y sería de necios no reconocérselo-, sus lucecitas psicotrópicas y su impecable sonido. Además los tipos resultaron ser la mar de simpáticos, como cuando nos contaron lo alucinados que estaban tocando por primera vez ante una noria en marcha y con una preciosa luna llena al fondo... Y es que esa noche y en ese lugar, presenciamos una estampa casi feérica. Y la música acompañó. Vaya si lo hizo.   


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