viernes, 5 de septiembre de 2014

Starewitch es el único Dios y Svankmajer su profeta (los Quay son directamente Satán pero desdoblado)

Ya hace unos días, a la vuelta del viajecito que me llevó a transitar por las dos capitales del porno europeo, escribí una entrada en la que declaraba mi fascinación por la muestra “Metamorfosis, visiones fantásticas de Starewitch, Svankmajer y los hermanos Quay” del CCCB de Barcelona. También os prometí un post al respecto. Así que, como lo prometido es deuda y yo, como los Lannister, siempre pago las mías, aunque a veces lo haga tarde y mal, pues aquí me tenéis.

Antes de entrar en materia quiero reafirmarme en lo que dije de que la exposición es una auténtica maravilla. Para ser más exactos dije “una puta maravilla”. Lo es. Me lo sigue pareciendo aún. Y lo digo ahora, cuando ya han pasado un par de semanas desde que la vi y, lógicamente, el recuerdo comienza a difuminarse.

Estamos hablando de una exposición enorme, en sentido cualitativo pero también cuantitativo, que nos lleva a través de la obra de cuatro figuras esenciales del cine de animación. Unos tipos que, aún perteneciendo a geografías y generaciones distintas, habitan un mismo universo en el cual se entremezclan la ciencia y la magia, la realidad y la leyenda, el sueño y la vigilia... Y es que, con sus lógicas particularidades, es bastante sencillo encontrar un imaginario común, fantástico y hasta tenebroso en la obra del ruso-polaco Ladislas Starewitch, el checo Jan Svankmajer y los norteamericanos Stephen y Timothy Quay. Un ámbito en el cual se reflejan tradiciones y mitologías populares junto a referentes gráficos, literarios y hasta científicos comunes que pasan por las novelas de Kafka, las pinturas de Ensor, el cuento tradicional de hadas, los estilismos literarios de Bruno Schulz, Sigmund Freud y el mundo de los sueños, los relatos de terror clásico, la animación de siluetas de Lotte Reiniger, los mundos insanos de El Bosco, las historias de los hermanos Grimm, la ciencia preilustrada, la alquimia, el surrealismo de Salvador Dalí, las fantasías de Felisberto Hernández, la alquimía, el mundo de las marionetas, Goya, Buñuel, Grandville y hasta Archimboldo.

La muestra está compuesta por 550 piezas entre dibujos, esculturas, fotografías, pinturas, pósters, figuras y marionetas y es que, no solo de audiovisuales vive el hombre. Si bien ni siquiera todos los audiovisuales son creaciones de los autores a los que se dedica la muestra. Y es que se ha tratado de establecer referentes literarios, artísticos, filosóficos, cinematográficos e incluso científicos, que nos ayuden a entender los cómos y porqués de estos genios. Con todo y con eso la muestra está consagrada principalmente al cine. A las proyecciones de unos raritos que se resistieron/resisten en cumplir con las convenciones narrativas que la modernidad les ha impuesto. Y es que, como algunos críticos apuntan, frente al mundo de lo adulto y lo correcto, la imaginación de Starewitch, la provocación de Svankmajer y los personajes en eterna convalecencia de los hermanos Quay se postulan como una invitación a la libertad.
Es evidente que David Lynch, Tim Burton o Wes Anderson te recomendarían esta exposición...
Lo dicho, un pasote. Como las marionetas de este hombre: 

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