martes, 31 de marzo de 2015

La fábrica de avispas

He leído por ahí que la publicación de “La fábrica de avispas”, debut literario de Iain M. Banks, autor más conocido por sus novelitas sci-fi, supuso un auténtico bombazo en las Islas Británicas. Vamos, que desde ese momento autor y obra pasaron a la difusa categoría del culto literario, si es que eso significa algo hoy día visto lo visto y sobretodo leído lo leído. Y es justo ahora, tres décadas después de su aparición y con el autor ya criando malvas cuando este menda se ha acercado hasta los mundos interiores de Frank Cauldhame, el sociópata adolescente protagonista de la novela.

“Hace años que no mato a nadie y no pienso volver a hacerlo nunca más. Fue solo una mala racha que estaba pasando”. Con esta abrumante lógica de perturbado justifica Frank sus crímenes. Porque el amigo es un asesino familiar que despunta en las ligas menores pero no aspira a llegar hasta el profesionalismo. Al menos eso es lo que él cree, porque sus razonamientos y los descubrimientos a los que iremos asistiendo a lo largo del libro, nos llevan a pensar otra cosa. En este sentido la mencionada fabrica de avispas viene a ser la obra cumbre del universo Frank. Un cachivache oracular en el cual lee el futuro mediante el sufrimiento y muerte de estos insectos. Telita… 

Con todo y aunque de lo leído pudieráis extraer lo contrario, no es esta una historia de psychokillers. Es más, Banks ni siquiera se recrea en detalles escabrosos, ni aún a la hora de narrar los estrambóticos crímenes perpetrados por el chavalín. 

Entiendo que allá por los ochenta la lectura de esta novela resultara estomagante. Hoy día no me lo parece en absoluto, salvo que seas un cagarrita con el estómago más sensible que el de un koala. Con todo no me ha parecido un mal libro. Y aunque al principio cueste cogerle el ritmo, a medida que van pasando páginas consigue que te sumerjas en el maravilloso mundo de Frank Cauldhame. Uno que no comparte con el resto de la humanidad y a Dios gracias.

domingo, 22 de marzo de 2015

Acuérdate, oh misericordiosísima Virgen de Guadalupe, que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro ha sido abandonado por tí...

Es evidente que Guadalupe Plata no han inventado la pólvora. Su fórmula -y mira que abuso de esta palabreja en mis posts musicales- apela al blues de toda la vida de Dios. Música de raíces negras convenientemente electrificada, tal como hicieran todos aquellos hermanos que en los años 30 marcharon hasta el norte industrial de los estates para ganarse el pan. En definitiva y a lo que iba es que originalidad, lo que se dice originalidad en la receta Guadalupe Plata, pues cero patatero. Lo cual no quita que el trío de Úbeda haya sabido llevar todo ese bagaje de negritud sureña hasta nuestro sur y cantando en castellano, lo que no es poco, sonando tremendamente veraces y -¡oh sorpresa!- contemporáneos. 

Venían los chicos capitaneados por don Perico de Dios hasta Valencia para presentarnos su tercer trabajo. Un disco homónimo, como los dos anteriores, que les sitúa de nuevo en el Olimpo del rock surgido de entre las entrañas de la piel de toro. Álbum con una llamativa portada muy acorde a la imagineria y a la estética que la banda andaluza se gasta. Álbum sin titulo como ya he dicho, para no perder la costumbre, lo cual será una jodienda para todos aquellos que, dentro de unos años, comiencen a buscar el material que ahora, de forma incomprensible, están dejando pasar. Aunque eso ya es (o será) otra historia. Y no seré yo quien se halle en semejante tesitura. Ya llevo unos añitos deleitándome con esta propuesta aparentemente intrascendente que, paradojicamente -y aquí me la juego-, llegará mucho más lejos que la practicada por otros popes del indie patrio tan acostumbrados ellos a recibir ventoleras y hasta huracanes a favor de causa. Y sino tiempo al tiempo.

Todo transcurrió en el marco de una sala Wah Wah que colgó el cartel de no hay billetes, como no podía ser de otra manera. En un ambiente de sudoración y falta de aire que le iba la mar de bien a lo que allí se venía a ofrecer. Nunca “Rata” y “Huele a rata”, tocadas una a continuación de la otra, cobrarán tanto sentido como lo hicieron anoche. Aunque bueno, también “Serpientes negras”, sobretodo vistas algunas actitudes del a veces poco respetable. Muy puntuales, eso sí. Y en ese contexto fue como Guadalupe Plata fueron desempolvando todo su repertorio, desde “Tormenta” a la popular “Calle 24”, desde “Milana” a “Oh! My Bey!”. Hipnotizando a un público con muchas ganas de mandanga que se entregó a los ebdetenses desde el minuto uno al noventa y tres, descuento en forma de bises incluido. Hasta el punto de que no nos hubiera importado disfrutar de una prorroga e incluso, si se hubiera terciado, llegar a penaltis. Gran concierto el ofrecido por los jienenses, si señor. Uno de esos en los que cobra sentido aquella afirmación, demasiadas veces gratuita, de que las bandas crecen en los directos. Guadalupe Plata sí son una banda de directo. Es más, con el escaso bagaje que me da el haberles visto un par de veces diré que son sobretodo eso. No os los perdáis si os pilla cerca y con la cartera llena.

Por cierto y ya para acabar, comentar que los cachivaches que calza el señor Martos son una auténtica pasada.

Agur ratas de dos patas... 

lunes, 2 de marzo de 2015

Restless Roque en el Crazy Club

Ni Jellyfish, ni la Electric Light Orchestra han sido nunca santo de mi devoción. Bueno, en el caso de Jellyfish me mantengo en mis trece, no así en lo que respecta a la banda de Jeff Lynne. Y es que, conforme he ido sumergiéndome en la extensa obra del cantante, compositor y productor de Birmingham, he ido cogiéndole cariño a la formación con la que se hizo celebre. Y si bien le sigo prefiriendo con The Iddle Race y, por supuestísimo, con los Traveling Wilburys -el supergrupo que formó junto a George Harrison, Bob Dylan, Roy Orbison y Tom Petty-, cada vez me mola más el rollo sinfónico comercialote practicado por la E.L.O.

Todo esto para introducir a El Inquieto Roque, para algunos los Jellyfish españoles, siempre y cuando el cantante de la mítica banda californiana hubiese sido el mencionado Jeff Lynne. ¿Y quien es este hombre? Pues un talentoso músico valenciano que, tras unos añitos picando piedra, puede vanagloriarse de haber firmado uno de los mejores discos nacionales publicados durante el pasado 2014, “3D”. Enorme colección de melodías que, sin embargo, no tuvo toda la repercusión que seguramente merecía. Tal vez por eso lo pasé por alto a la hora de elaborar mi lista anual de recomendaciones. Bueno, por eso y porque ni siquiera lo había escuchado.

Mi desquite se está produciendo justo ahora, a comienzos de este 2015. En gran parte por culpa de -o más bien gracias a- una web gringa a la que no recuerdo como llegué y que califica “3D” como el mejor disco de pop melódico publicado en el 2014 de entre los cantados en lengua diferente a la usada por Shakespeare o Lebron James. Desde entonces hasta ahora me he puesto las pilas, recuperando el tiempo perdido y ya son varias las semanas con este “3D”, tercer trabajo de Roque Esteban bajo la etiqueta El Inquieto Roque, como banda sonora. Pero nada mejor para acabar de resarcirme como acudir al concierto que ofreció el pasado viernes en El Loco. Un concierto fantástico. Mejorando incluso la mejor de mis expectativas. Y es que la particular voz de Roque suena aún mejor en el contexto de una actuación en vivo. Alucinante, en serio. También los juegos vocales junto a otros miembros de la banda. Protagonistas de varios de los mejores momentos musicales de la velada. 

Por ahí desfilaron todos los jitazos incluidos en este “3D”, desde ese “Hay algo muy dentro de mí” que tanto me recuerda a “Mr. Blue Sky”, pero también a la “Señora azul” de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, hasta la maravillosa “Me siento transparente”, mi favorita del álbum. Canciones bien cosidas y mejor interpretadas en las que se aprecian guiños a lo mejor del power pop anglosajón, pero también a los Beach Boys más eufóricos. Y todo ello ejecutado en un bonito y cristalino castellano, que nunca llega a caer en el abismo del ridículo. Y eso que en ocasiones se arriesgan a transitar por el alambre en canciones como “Chiliburguer”, sin duda, una de las más divertidas.

He dicho ya que me encanta el último disco de El Inquieto Roque. Pues eso. 

domingo, 1 de marzo de 2015

Marzo de 2016. DEGEIM PASSAR EL CALORET AND WHAT GODZILLA SAID, EL CALORET OBEYED... I QUATRE ANYETS MÉS DE VERGONYA A LA VISTA...

Porque no sólo de caloret vive el hombre. Aunque tampoco a base de J&B cuestión esta que alguien debería explicarle a la señora alcaldesa. Así que aquí os dejo con este pedazo de lista plagada de novedades, algunas esperadas y otras no tanto. El gran José González, el fantástico avance del que será el segundo álbum de los Alabama Shakes, la vuelta al ruedo de unos Blur que siguen sonando decentemente, amén de otras cositas firmadas por gentes diversas como Colleen Green, Guadalupe Plata, Villagers, Avishai Cohen Trio, Hidrogenesse, Iron & Wine, Kitty, Daisy & Lewis, Magnolia Shoals, Modest Mouse, The Mountain Goats, Sufjan Stevens, The Tallest Man on Earth, Twerps, Waxahatchee, Pond, Two Gallants o Viet Cong... Juntamente a varios discos que aún arrastro del pasado 2014 y de los que me resisto a separarme. U otros que, incomprensiblemente, no llegué siquiera a conocer. Entre estos últimos merece una mención muy especial el de los australianos The Solicitors y como no, el tercer álbum firmado por mi paisano El Inquieto Roque.
Y sí, ya lo sé, Elvis Perkins no está y debería estarlo. Pero esa cuenta la debe rendir él y no yo. O Spotify. O el sello discográfico que, hasta donde yo sé, es él mismo...
Y ya está todo... Así que, ¡ale! a passar-ho bé amb la llista i el puto caloret.
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