jueves, 30 de abril de 2015

Dry the River again...

Hace ya una semana desde que asistiera a la que ha sido la segunda presencia de Dry The River en Valencia. La primera fue hace más de dos años y el recuerdo que de ella guardo es inmejorable. Uno de los mejores conciertos a los que jamás haya asistido y ya son unos cuantos en el currículum de este menda. Y eso que partían con el hándicap de telonear a los sobrevaloradísimos Los Campesinos!, por quienes se congregaba gran parte del respetable. De ahí el que tuvieran que limitar su presencia sobre el tablao a unos insuficientes cuarenta minutos. Pero dio igual. Peter Liddle y sus chicos se sacaron de la manga un bolazo de esos que son difíciles de olvidar. Hasta el punto de comerse con patatas a los supuestos cabezas de cartel. Bien es cierto que, visto el nivel que se gasta el septeto de Cardiff, no parece que eso suponga un arduo cometido.

El caso es que aquella vez el cuarteto londinense venía presentando su primer álbum, el fabuloso "Shallow Bed". Discarro que les valió ser comparados con Fleet Foxes y hasta con los grandiosos Band of Horses. Esta vez traían bajo el brazo “Alarms in the Heart”, un buen zurullo del que apenas si se pueden rescatar un par de cortes y eso no incluye al jodido “Gethsemane” os pongáis como os pongáis. Y esa es la desventaja a la que debían de sobreponerse esta vez, muy por encima de la lógica expectativa despertada en un público entregado de antemano.  

Así que allí que fui... Y me aposenté a los pies del escenario dispuesto a comprobar lo que se había perdido en el naufragio, pero sobretodo cuanto había sobrevivido de aquellos Dry The River primigenios. Y he decir que no es poco, para mi sorpresa. Desde la delicadeza de esas armonías folk de corte acústico marca de la casa, hasta los maravillosos duelos vocales casi a capela en los que las voces de Liddle y Miller alcanzan su máxima expresión. Especialmente en lo que respecta al escuchimizado front-man de la banda. Un tipo dotado de un registro vocal que pondría los pelos de punta al mismísimo Antony. Sobretodo cuando planea sobre himnos como “No Rest”, “Weights & Measures” y muy especialmente “New Ceremony”, los tres incluidos en su debut discográfico, como no podía ser de otra forma. El problema es la lastimosa mediocridad de gran parte de sus últimas composiciones, imposibles de salvar hasta para ese angelito yonkarra surgido del East London. Quizás en un formato más acústico... Ni aún así lo tengo claro… tal vez “Hidden Hand” o “Alarms in the Heart”... Pero sigo sin tenerlo demasiado claro. ¡Pero no solo es eso! La deriva guitarrera experimentada por Dry the River durante los últimos tiempos -sorprendentemente alabada por demasiados- es una buena mierda. Alguien tenía que decirlo, joder... Y es que no les sienta nada bien jugar a ser guitar heros y alguien debería hacerselo ver. Liddle, Miller, Taylor y Warren tienen que decidirse entre ser una suerte de Fleet Foxes más grandilocuentes o prefieren remedar a Journey. Y si optan por esta segunda opción estamos bien jodidos. Y no es cuestión de despreciar a los chicos de Steve Perry, ya me entendéis. 


En fin... Les daré un tiempo –prudencial- de reflexión y a ver como se da la cosa. Confiemos en que vuelvan al redil. Oraremos si hace falta. ¿Y si aún así nos defraudan? Pues que le vamos a hacer... Más se perdió en Cuba o al menos es lo que dicen.

Respecto a Nunatak, banda murciana encargada de telonear a Dry The River durante su gira española, ¿pues que queréis que os diga? Me sabe mal escribir esto, porque son gente joven y supongo recién metidos en este rollo, pero es que sonaron a rayos. Vamos, creo no exagerar ni un ápice si afirmo que es la peor banda en directo que he visto desde que tengo uso de razón. Bueno quizás sí. Tal vez me haya pasado un poco. Lo dejaré en que es el peor directo al que he asistido en la tira de años.  Y de ahí si que no me bajo...

Había escuchado comparaciones con Arcade Fire (wtf!?) y me topé con una banda tributo a Francisco -el facho valenciano- versión jipsterizada, claro está… 
El puto signo de los tiempos.
 

Y por hoy ya está bien... 
...buen puente malandrines.     

2 comentarios:

  1. No hay a veces mejor medicina para rescatar del naufrágio esas canciones desdichadas, narigudas y malparecias como los conciertos. Y ojo, que hay canciones que cuanto mejor suenan en los discos, más mierdosas lo parecen en directo.
    Entiendo que las del último disco poco tendrán que perder, porque te doy la razón. Vaya mojón de disco, con lo mucho que molaba su debut. Y me alegro que en el escenario se enmiende el entuerto, a ver si la cosa va de pillar carrerilla para petarlo con un tercero...

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  2. Ein Bboyz... No había visto tu comentario.
    Pues sí eso es, rescatar del naufragio a veces es costoso pero casi siempre gratificante. A ver si como dices cojen carrerilla y se cascan un peaso tercer disco. Me da buena espina, la verdad. Y si no es así, pues siempre nos quedará el primero. Que le vamos a hacer...

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