viernes, 29 de mayo de 2015

Sumisión

Sumisión es la última marcianada firmada por ese loco maravilloso nacido en la Isla de Reunión y bautizado como Michel Thomas, aunque todos le conozcamos por Houellebecq. He dicho marcianada ,que no provocación, me habéis oído bien. Y es que no veo por ningún lado el mensaje supuestamente islamófobo que lleva implícito el libro. Vale que “Sumisión” llegó a las librerías francesas el mismo día del trágico atentado contra Charlie Hebdo, pero eso no es culpa de Houellebecq –al menos que sepamos-. Y que esa circunstancia le venga fenomenal para promocionar su libro, algo evidente por otra parte, no justifica que se le acuse de islamofobia o de dar alas a la extrema derecha francesa.

Tampoco acabo de entender el que se califique a “Sumisión” como novela distópica, más aún después de que el mismo autor lo haya negado en reiteradas ocasiones. El libro parece más bien una crítica –otra más, como lo son el resto de sus novelas- a los valores de la Ilustración y de la modernidad europea. Proyectos que este casi sesentón considera absolutamente agotados y no sin motivo. Esa suerte de advertencia ante el peligro musulmán que muchos han querido ver en “Sumisión” me parece una interpretación bastante pobre. Más allá de que gran parte de los que opinan en este sentido ni siquiera se han leído el libro. 

Hilando con lo anterior, convendría recordar que islam es una palabra derivada del verbo árabe “aslama”, que significa, literalmente, “aceptar, rendirse o someterse”, es decir “sumisión”. Y quien quiera ver fantasmas ahí, que se las apañe. 

Lo cierto es que “Sumisión” nos sitúa en una Francia no demasiado distinta de la de hoy. Estamos a las puertas de las presidenciales del 2022 y los partidos tradicionales se han hundido en las encuestas. Un tal Mohammed Ben Abbes, líder de una nueva formación de corte islamista, aparece como el ave fénix para frenar a los extremistas del Frente Nacional. Para ello contará con los apoyos de socialistas y de una derecha tradicional que, temerosos de Marine Le Pen, pedirán el voto por Ben Abbes en la segunda vuelta de las elecciones.

François, el protagonista de la historia, asiste impertérrito a todo esto. Es profesor universitario por lo que goza de buen salario e incluso de cierto estatus académico. Vale que está hasta la polla de casi todo, pero vive instalado en una zona de confort que le hace resignarse ante una vida aburrida, pero sin privaciones… i follar de tant en tant, que cantaban los Manel reinterpretando el clásico de Pulp.
El caso es que la llegada de Ben Abbes al Elíseo, conllevará unas transformaciones que, de alguna manera, también acabarán por afectar a nuestro héroe apoltronado. ¿De una forma negativa? Pues no sé que deciros. Leed el libro y sacad vuestras propias conclusiones. 

Muy interesante es como Houellebecq utiliza la imagen del profesor y su condición de máxima autoridad en Joris-Karl Huysmans para ofrecernos una parábola sobre la conversión. La de Huysmans fue al catolicismo, ¿os imagináis hacia donde discurre el amigo François? Por otra parte, tampoco parece casual que se haya elegido a este escritor francés del XIX para co-protagonizar la novela. Ese disgusto por la vida moderna y el profundo pesimismo tan marca de la casa y que tan bien se expresan en libros como “A contrapelo”, son los propios de François/Houellebecq. Y es que no hace falta rascar demasiado para darse cuenta de que el hastiado profesor es un trasunto de su creador literario.

Con todo, “Sumisión” no es ninguna obra maestra. Se lee con interés y agilidad, como siempre pasa con Houellebecq, dejando incluso un pequeño poso de satisfacción al final. Pero promete mucho más de lo que ofrece y no alcanza, ni de lejos, a otras obras del novelista francés. Eso sí, el tipo sigue sin casarse con nadie y poco le importa soltar mandobles a diestro y siniestro. Así que leedlo.

jueves, 28 de mayo de 2015

Fear

miedo. (Del lat. metus).

1. m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.
2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
3. m. Esperanza Aguirre conduciendo un Toyota Verso.
4. m. Esperanza Aguirre al frente de un Gobierno.
5. m. Esperanza Aguirre cazando “talento”.
6. m. Esperanza Aguirre haciendo cualquier cosa.
7. m(ierda). Esperanza Aguirre.
 


--------------------------------

La ilustración es de Riccardo Bucchioni.

martes, 26 de mayo de 2015

Devendra & Cabic en Las Naves

Mi más absoluta sorpresa ante la legión de fans que atesora Devendra Banhart en la ciudad en que me toca vivir. Y es que, fue anunciarse que la gira del compositor de “Mi negrita” tendría parada en Valencia y que las entradas se esfumaran en cuestión de segundos. Yo alucino con las cosas que pasan aquí, la verdad… ¡Ni que vinieran los putos Beatles revividos! Luego en la mayoría de conciertos que se celebran en cualquiera de los diecinueve distritos de la ciudad, no aparece por allí ni el Tato. Los cuatro habituales de siempre, más algún borracho despistado que se deja caer. Aunque bueno, no sé qué carajo hago trinando, siendo uno de los que se afanó en agenciarse dos boletos para el show del artista gringo-venezolano.

No soy muy de Devendra Banhart, la verdad. Su estilo musical, mezcla inclasificable en la cual se funden elementos del indie más prototípico, el pop psicodélico, la tradición folkie norteamericana y hasta cadencias tropicales, me parece original pero raramente me emociona. Es más, en una carrera de más de diez años con otros tantos álbumes a sus espaldas, no extraigo más de seis o tal vez siete temas que realmente me emocionen. Eso sí, gran parte de las que me gustan se incluyen en su creación más reciente, el álbum “Mala”, publicado hace un par de años. Hete aquí con un buen motivo para correr como un groupie tras la pista de las entradas. Bueno, por eso y también por el formato anunciado. Y es que la gira se había vendido como íntima. Una especie de reunión cumbayá de dos colegas, el Devendra y Andy Cabic de Vetiver, consagrada a desgranar su repertorio en acústico. Encima el bolo se habría de desarrollar dentro de un teatro. ¡Vaya! Al final había sobrados motivos para asistir.

La cosa sucedió el pasado sábado, en el coqueto teatrillo del Centro Cultural Las Naves. Pero por culpa de la feliz resaca electoral se me olvidó rematar un post que ya tenía más o menos esbozado esa misma noche. Como he comentado el show se produjo el sábado en plena jornada de reflexión y no me gustó demasiado. En ocasiones eso pasa y uno desconoce el motivo o motivos, o sí que los conoce pero es incapaz de entender el porqué. El caso es que, a pesar de todas las reservas expresadas en párrafos anteriores, iba convencido de que disfrutaría. Pero no. Me aburrí bastante. Aquello me pareció un rollo tan solo animado en momentos muy puntuales, como tras la fase de ruiditos made in Banhart que precedieron a “Angelika” o durante la deconstrucción de “Brindo”. Quizás también con “Quédate Luna”, para este menda lo más decente de la velada musical. Pero poco más. Escasos motivos de alegría. O bueno sí, ya que hubo algo más de entretenimiento, si bien poco tenía que ver con el motivo que nos congregó allí. Me refiero a la tropa de alcohólicos y meonas incapaces de permanecer más de un minuto en su asiento, disfrutando –o no- del concierto y sobretodo -¡por encima de todo!- respetando a los músicos. Y es que aquello fue un trasiego continuo de peña trotando por los pasillos del patio de butacas, compitiendo por ver cual de todos era más torpe y más ruidoso, como si en lugar de seres humanos fueran una manada de ñus cruzando las llanuras del Serengeti. En fin…    

Una auténtica lástima porque estoy seguro de que Devendra y su colega no estuvieron tan mal como yo lo he pintado. Que es ni más ni menos que como yo lo percibí ergo como fue (jejeje). También es verdad que los demás salieron sumamente pagados del encuentro. Incluyendo entre estos a los "homo-ñus" de las plateas. O al menos esa impresión me llevé. Me alegro por ellos. Lo celebro. Una pena que yo no fuera capaz ya que tanto el escenario, como el formato elegido, parecían ideales para el lucimiento. Y por supuesto el siempre agradable petit comité. Joder, si hasta mi ubicación, en una privilegiada segunda fila y bastante centrado, era cojonuda… Ni por esas.

lunes, 25 de mayo de 2015

A fer la mà!!!

¡¡¡No me lo puedo “de creer”!!! Se me saltan las lágrimas de la emoción y . Y es que, si todo transcurre por unos cauces más o menos racionales -ya sé que es mucho pedir tratándose de política-, tanto Rita Barberá en Valencia, como Esperanza Aguirre en Madrid o el Sr. Trias en Barcelona, saltarán por los aires. Bueno esos y otros muchos sátrapas de esos que nos atufan día sí y día también con sus mierdas propias. Como el infausto Monigga’, el rapero de Extremadura, o la Kamarada MariCospe aka Finiquitada aka La del Pucherazo en Castilla la Mancha. También el Moniato que desgoberna esta bonita tierra. Y esto último, junto con lo de Rita, es lo que más me afecta a mí como nativo y residente de esta land of pain por todo el mundo conocida como Comunitat Valenciana. Una cleptocracia poco disimulada en la que la Ndrangheta valenciana y la Camorra castellonense campan a sus anchas desde tiempos inmemoriales. Pero hoy es el día uno después de… Un día histórico, sí, gracias a la entrada en las instituciones de una gloriosa y refrescante corriente de aire fresco procedente de la calle, con C’s, Compromís y sobre todo, mal que le pese a Inda y a todo el espectro mediático plegado al IBEX 35, Podemos y sus candidaturas conjuntas. Un espíritu revitalizador que ha arrastrado a la población hasta el asalto pacífico de las instituciones, sean estas el cielo o el infierno que lo mismo me da que me da lo mismo. Porque lo realmente importante aquí es que estas son de todos y no de unos pocos, aunque nos olvidásemos de ello durante demasiado tiempo. Todo eso llevará, si Dios, Buda, Allah, Vishnú, Shiva, Krisna, Zeus, Avalokitesvara, Quetzalcoatl y hasta el fuckin’ Atton quieren, a que Manuela Carmena y Ada Colau acaben como alcaldesas de Madrid y Barcelona respectivamente. Y hasta puede que a Mónica Oltra con destino al Palau de la Generalitat.   

Vale... reconozco que no las tenía todas conmigo en el día de ayer. Pocas esperanzas depositadas en el dictado de las urnas. Para confirmar esa impresión, en mi colegio electoral me topé con hordas de abuelos, algunos postrados en silla de ruedas y guiados por las Hijas de la Caridad, formando largas colas para votar. Mala señal. Godzilla y el Moniato again and again. No hay esperanza ni futuro… Y con el discurrir de las horas la cosa fue a peor, embargándome una terrible desazón. Por eso decidí refugiarme en el cine para pasar el mal trago. “Algo bueno pasarán en la Filmo” pensé. Y vaya que sí. "Matewan", del gran John Sayles. Genial película de 1987 en la que se narra la famosa masacre de huelguistas en las minas de carbón de Virginia, allá por el año 20. Con un adolescente Will Oldham pre-Bonnie “Prince” Billy como protagonista. Evidentemente no es la mejor película para recuperar la fe, así que volví a casa aún peor de cómo entré a la sala. Eso sí, la desazón ahora se había convertido en rabia.

Pero, oh! "
la vida te da sorpresas ♪ ♫ sorpresas te da la vida ♪ ♫" que cantaba Rubén Blades. ¿Que coño sorpresa? ¡Sorpresón! Al final resultará que los españoles -y muy especialmente los valencianos- no somos tan estúpidos como yo creía. Y comprendo que eso a algunos les descoloque, ya que llevan lustros sacándole partido al borreguismo imperante. ¡Gran noticia para la democracia! 
Pero no todo esta hecho ¡así que cuidadín! Pero es un gran paso. Un paso enorme si tenemos en cuenta del agujero ponzoñoso del que venimos.
 

Eso y que fue maravilloso ver como una abarrotada Plaça de l'Ajuntament congregaba a gentes tan diversas coreando los mismos eslóganes. Desde los chicos del 15M, a los representantes de las diferentes mareas; desde Salvem el Cabanyal hasta diferentes sectores del valencianismo más militante; chavales con camisetas de Compromís y también de EUPV o Equo; estelades junto a banderas republicanas; los círculos de Podemos casi en pleno y hasta antiguos socialistas, de los de verdad... y todos a una como en Fuenteovejuna, al son de tracas y petardos, dolçaines i tabalets, con improvisados fuegos de artificio y hasta una muixeranga de fondo… 
Hay esperanza y no Aguirre precisamente. Y sí amigos, primero tomaremos Manhattan... Poquet a poquet. ¡Que sí se puede collons!
 

sábado, 23 de mayo de 2015

Por qué Whiplash es una puta barbaridad aunque tú no lo sepas…

En primer lugar porque tú no la has visto y yo sí. Y porque te lo digo yo y tú te lo has de creer. Y es que en este espacio Suloki rules y ya es hora de metértelo en la chola. “Whiplash” es una puta maravilla que no debes pasar de ver.

Aparte de eso, que no es poca cosa, y por si acaso estás tan loco como para no fiarte de mí, otro motivo es el tal J.K. Simmons. El papel de este tipo, poniéndole cara y muchas más cosas al profesor Terence Fletcher, es una auténtica burrada. Está de 10. Hacía tiempo que no veía una interpretación tan rotunda, tan enérgica y nervuda, tan sobresaliente en definitiva.

Porque la ejecución del film, su ritmo, el montaje, el desarrollo narrativo… es perfecta. Una obra de relojería. Un capitel corintio trepanado por un maestro de la segunda edad de oro de Bizancio. Con ese ritmo que puede parecer pausado, pero que siempre resulta vibrante. Por aquello de la tensión musical no resuelta, que viene a ser como el reverso intelectualoide de las cosas del querer follar y no poder…

También porque “Whiplash” no es una película de jazz ni sobre el jazz, aunque pudiera parecerlo. Nos ahorra así las dos horas largas de rigor en torno a ese género musical tan poco cinematográfico. Ahora darme de hostias por lo que acabo de decir, pero sí, me ratifico en lo dicho. Exceptuando la excelsa “Bird” (Clint Eastwood, 1988) y quizás “Ragtime” (Milos Forman, 1981), el resto de películas cuyo argumento gira en torno a este mundillo y sus figuras son un truño de tres pares de narices. Y no me refiero a cintas en las que se toca ese tema de refilón, como trasfondo o excusa para relatar cualquier otra cosa, ni tampoco aquellas cuya banda sonora recurre a cadencias jazzísticas, ya me entendéis. Por cierto que “New York, New York” y “Cotton Club” son un peñazo por mucho que vengan firmadas por Scorsese y Coppola respectivamente. Amén.

Porque como defendía alguien en el Jot Down, “Whiplash” realmente “es una película de psicópatas en la que la bodycount está al mínimo posible y ocurre de manera colateral”. Y a mí me gustan mucho las psycho movies. Amén (again). En este sentido, los arrebatos de furia desencadenada del amigo Simmons son la hostia… 

Porque la fotografía, sombría y repleta de claroscuros, es preciosa. La firma un/a tal Sharone Meir y le va que ni pintada al mal rollo generalizado en el cual se desarrolla todo.

Y ya para acabar, por la lectura crítica que podemos extraer de la misma. Me refiero a esta sociedad nuestra consagrada por y para el éxito al coste que sea. Aquello de ser un sempiterno winer aunque ello suponga ir sembrando el camino de cadáveres. Y es que, como nota despiadada sobre el coste del éxito, también sobresale “Whiplash”.

And that’s all folks!!!

lunes, 11 de mayo de 2015

La mujer del bombero

Fantástico cuento el que da nombre a esta enorme compilación de relatos de Richard Bausch. Autor norteamericano demasiado a la sombra, en mi opinión, a tenor de las indudables virtudes que alumbran una prosa siempre exquisita, luminosa y para nada relamida. Detallista solo lo necesario y repleta de atronadores silencios. Una escritura que, bajo la superficie de las palabras, esconde y disfraza un mundo que nos resulta próximo por su cotidianidad y ello a pesar de la enorme distancia –no solo física- que nos separa de aquella orilla del Atlántico.

El caso es que en esta bitácora ya se habló de Richard Bausch, aunque de eso va para cinco años, así que probablemente ni lo recodéis. Por aquel entonces dediqué unas líneas a una deliciosa novela corta sobre los horrores de la II Guerra Mundial titulada "Paz". Un libro que me gustó y disfruté, pero que para nada anticipaba muchas de las virtudes que sí encontramos en “La mujer del bombero”.  

La de la mujer del bombero es una de esas historias de vidas ajenas, nada extraordinarias, en las que no es difícil reconocerse. La de una mujer, lo cual puede parecer extraño al ser Bausch un hombre cuya obra ahonda en cuestiones apegadas al particular universo de los sentimientos. Pero no lo es. Para nada lo es. Entre otras cosas porque, si bien las mujeres copan los roles principales de practicamente todos los relatos, quien realmente los protagoniza son las frágiles relaciones interpersonales. Así de abstracto pero a la vez tan concreto. Los mil y un peligros que acechan a las relaciones entre padres e hijos, entre amigos, entre hermanos y, por supuesto, entre parejas. Y eso nos lo muestra Bausch a través de un joven matrimonio a punto de desmoronarse, de un cura a quien sorprende su afecto por un compañero que está a punto de morir, de una extraña pareja que en su luna de miel pasa de la broma al recelo con pasmosa facilidad, de tres hermanas que se reunen para decidir qué hacer con una madre senil, del hijo de un pintor alcohólico que sin embargo es capaz de sentir cierto orgullo por lo que tiene, de un famoso escritor que desprecia el modo de vida de sus hijos y sin embargo necesita de ellos, de aquel mitificado pistolero a ojos de un chaval a quien decepcionará un tiempo después, de una joven viuda que se esfuerza en normalizar la relación con unos suegros incapaces de pasar página, o de otra joven pareja demasiado pagada de su misma como para percatarse de que lo suyo es menos importante que lo conseguido por otros de quienes hacen burla...

Un libro bien bonito relacionado con los afectos y que da que pensar. Deja un regusto triste pero dulce y al final hay un pequeño espacio para la esperanza. Hay bastante del Dios Carver en él, pero aún más de su discípulo Richard Ford.

sábado, 2 de mayo de 2015

Mayo de 2015. CIENTOS DE BASES RÍTMICAS QUE NUNCA SURGIRÁN DE LOS PINRELES Y REMOS DEL PADRONE SETABENSE aka A XÀTIVA NO VAGES SI PORTES DINERS QUE ET VORÀ EL SR. RUS I ET QUEDARÀS SENSE RES .

Y aquí estamos de nuevo, con el sayo ya quitao desde hace mucho, haciendo honor a la fama de este Hell on Earth por todos conocido como Valencia... Un buen puñado de novedades las que nos llegan para amenizar el veranito que, al menos en estos parajes, va asomando la patita. Poco más que añadir. Disfrútenla, difúndanla pero sobretodo escúchenla. Y de forma atronadora, aunque tan solo sea para dejar de oír a todos esos apóstoles de la cleptocracia que nos recuerdan día tras día a golpe de encuesta que somos la mierda. Y nuestros vecinos, amigos y familias también.    

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...