domingo, 26 de marzo de 2017

Ni sí, ni no, sino todo lo contrario

Anoche asistí al show de The Howe Gelb Piano Trio en la Rambleta y no me acabó de gustar. Y sí, ya sé que 99’9% de los allí presentes salieron encantados a la vista de la efusiva despedida que le dedicaron al cantautor de Tucson y todavía más si atendemos a las peticiones de bises, trises y más allá. Así que debe ser cosa mía y mira que lo lamento. Y es que para este menda, como para buena parte de la humanidad, el líder de los imprescindibles Giant Sand es un auténtico jefazo. Alguien capaz de sacar un par de álbumes por año sin que el nivel medio se resienta. Gracias sobretodo a su inmenso talento, aunque también a lo esforzado de un personaje ya sesentón pero con alma de jovenzuelo. Si a eso le unimos la sencillez, simpatía, calidez y ese increíble magnetismo que desprende en vivo, hete aquí con el cóctel perfecto. Pero ni por esas, tú. Me fue imposible entrar en su rollo de anoche.

Vale que a su último álbum, “Future Standards” (2016), no le he dedicado todas las horas de escucha que seguramente merece. Por no hablar del “nuevo” material firmado como The Arizona Amp Alternator e incluido en el reciente “The Open Road” (2017). Una suerte de baúl de recuerdos – a lo Karina - repleto de cosas variopintas, al que apenas si le he hincado el diente. Disco que, en teoría, es el que justifica la gira que lo ha traído, de nuevo, hasta Valencia. Eso y que la deriva jazzística experimentada por su sonido de un tiempo a esta parte, como que no me apasiona. Aunque bueno, en lo que al bolo concierne, apenas si sonó algún corte de esos plásticos. Y cuando lo hizo, caso de la tremenda “Terrible So”, fue de lo mejorcito de la noche junto a las escasas dosis de country-rock con guitarrita cuando tiró de clásicos de Giant Sand.
 Con todo, lo que menos me gustó fue la sensación generalizada de improvisación. Pareciera que todo fluía a base de ocurrencias, por impulsos, incluso a trompicones, por no hablar de las veces en las que el hombre decidió pararse a mitad de interpretación para explicarnos que mejor cambiaba de tema porque creía que no era el apropiado en ese momento, o no se acordaba de parte de la letra, o era material nuevo y estaba inacabado, o simplemente porque entendía que algún otro le vendría mejor a esta velada de jazz que no es exactamente jazz. Ahondando en la última cuestión, he de decir que me pareció inadecuado el espacio para este tipo de concierto. De entrada no sonó especialmente bien. Bueno, al principio sonó directamente como el culo, si bien no parece que fuese por culpa de Howe Gelb y su banda. Una vez solventados los problemas de sonoridad la cosa mejoró, pero aún así me siguió pareciendo como que algo no encajaba. Vamos, que el espacio adecuado para esta surrealista versión alternativa de Sinatra con sombrero Stanton y botas de cowboy hubiese sido un teatro y no una sala para conciertos de música pop.

Cierto que el danés del contrabajo es un músico cojonudo y así lo demostró, pero me pareció que a veces iba un poco por libre. Al otro nórdico, el sueco de la batería, se le puede achacar justo lo contrario y que en demasiados momentos participara del show como un elemento de atrezzo. Y la maravillosa voz arenosa del sr. Gelb sin poder exhibirse ya que quedaba constantemente sepultaba por el piano y también por la mencionada mala sonoridad.

Así pues… ¿el concierto fue un cagarro? Hombre, tampoco es eso. El talento suele salir a flote e incluso con los condicionantes expuestos hubo cosas que se salvaron de la quema. El carisma del genio de Arizona, envuelto al piano y acompañado por un par de virtuosos escandinavos, dio para producir varios momentos brillantes. Si bien no todos los temas se adaptaron por igual a la fórmula musical escogida.  La cadencia fue, en general, demasiado suave y hasta relajante, casi de club de jazz pero sin el club y hasta sin el jazz… Ni los butacones, ni las copas de bourbon... Y por desgracia sin ese marcado carácter fronterizo que caracteriza las mejores composiciones de Howe Gelb en cualquiera de sus versiones y formatos. Lo dicho… Y que otra vez será. 

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