miércoles, 2 de agosto de 2017

Meatbodies en el Loco

La semana pasada y casi de rebote tuve la suerte de disfrutar del bolarro que los Meatbodies ofrecieron en la sala El Loco. ¿Y quienes son estos tíos? ¿A santo de qué fuiste a verles? Pues mira, porque la cosa venía comandada por el mismísimo Chad Ubovich, conocido por su trabajo como guitarrista en las giras de Mikal Cronin, pero sobretodo por su desempeño como bajista en los Fuzz de Ty Segall. 

La banda, que ya molaba un huevo con aquel “Meatbodies” de 2014 con el que se presentaron en sociedad –sobreviviendo a la alargada sombra del mencionado Ty Segall-, han dado un paso adelante y molan aún más con este “Alice” (2017), segundo álbum en su corta trayectoria. Un buen trallazo de psicodelia y garage experimental escuela californiana en el que, sin renunciar a las raíces, Ubovich & Cia tiran de un rollo más conceptual en las letras, todas ellas en torno a la guerra, la política y hasta la religión. Musicalmente se acercan a la parte más psicodélica y hasta psicotrópica de unos Black Sabbath o, por citar una referencia más actual, de King Gizzard and The Lizard Wizard. En todo caso, “Alice” presenta una versión más soft del garage californiano tysegalliano, en la senda del glorioso “Manipulator” (2014) del rubiales de Laguna Beach. 

Todo esto fue defendido con brillantez en la tórrida noche valenciana. Fue en el marco de un show en el cual sobresalieron los contrastes imposibles, la energía sin fin y el rock multicapas de temas como “Disciples”,  “Scavenger”, “Mountain”, "Creature Feature", “Kings” o “Disorder”, que se fueron sucediendo casi sin solución de continuidad para goce y disfrute de la juventud allí presente. Demasiado goce, añadiría yo. Aunque eso ya es otra historia y daría para otro post.

Gran parte de la ruidosa chavalada había venido a ver a sus colegas de Wild Ripple. Los teloneros de la noche. Banda local absolutamente desconocida para mí hasta ese momento. Y ello pese a haberse alzado con el primer premio del concurso de bandas organizado por las buenas gentes de La Gramola de Keith. El caso es que presentaban su disco homónimo de debut, facturado este mismo año y la verdad es que suena la mar de bien. De hecho, en el directo, como un cañón. Me dieron una muy buena impresión. Les seguiré.

Y eso es todo.
Bueno, eso y que nos hacemos mayores. Y se nota. Pa’ mal.
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